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[Mago Jefa]
LAS LLAVES
DEL REINO INTERNO
o EL CONOCIMIENTO DE SI MISMO
Por lo general, las obras esotéricas llevan, como signo identificativo, un encuadre geográfico que conspira, muchas veces, contra la auténtica pureza de la doctrina transmitida.
Esa suerte de localismo, agudizado en ocasiones por causa del temperamento o especial estilo del autor, hace que se las reciba con alguna prevención.
Por fortuna, esto no sucede con el doctor Adoum, cuya posición intelectual lo ubica por encima de fronteras ideológicas y posturas dogmáticas.
LAS LLAVES DEL REINO INTERNO sintetiza cientos de pensamientos radicales, vertidos a lo largo de la historia de la humanidad, por las mentes más privilegiadas del pensamiento esotérico.
El doctor Adoum, con metodología ejemplar fue recogiendo esos dichos, apotegmas, ejemplos y otras modalidades de expresión individual y colectiva, procurando plasmar con todos ellos un cuerpo homogéneo.
Su interés se centró particularmente en lograr las vías de intersección de corrientes de pensamientos aparentemente paralelas. Y, tras arduas confrontaciones de textos, logró esos puntos de contacto.
Surgió así un trabajo sencillamente ejemplar en el que las vivencias de Oriente y de Occidente consiguen unirse y presentar un enfoque coherente y lleno de mensajes esclarecedores.
La temática se halla convenientemente dividida y pormenorizada en numeración correlativa. Esto ayuda no sólo a memorizar metódica y sistemáticamente toda la doctrina sino también a ubicar con celeridad el texto que se desea confrontar, si se procura profundizar más sobre el particular.
Despojado de todo propósito sectario, el escrito del doctor Adoum resume singulares textos doctrinarios del esoterismo, y su lectura -como corresponde a obras de este género- impone prolijo análisis, exento de precipitadas conclusiones.
Por todo ello, resulta un verdadero acierto el de la Editorial KIER, de Buenos Aires, al disponer la publicación de LAS LLAVES DEL REINO INTERNO, del doctor Adoum.
HECTOR V. MOREL
* * *
MENSAJE A LOS AMADOS LECTORES
Esta obra, en su primera edición, fue titulada “LAS LLAVES DEL REINO” o “EL CONOCIMIENTO DE SI MISMO”; pero hoy, en su segunda edición, lleva el nombre de “LAS LLAVES DEL REINO INTERNO” o “EL CONOCIMIENTO DE SI MISMO”, para diferenciarla de la novela de A. J. Cronin de igual título.
Deseo aclarar, de una vez, que esta obra “LAS LLAVES DEL REINO INTERNO”, que ha sido traducida a varios idiomas, ES LA RECOPILACION DE TRESCIENTAS OBRAS DE OCULTISMO, desde Blavatsky hasta los contemporáneos; ES TAMBIEN EL RESUMEN DE TRECE ESCUELAS ESPIRITUALISTAS; ES, IGUALMENTE EL RESUMEN DE LAS ENSEÑANZAS DE UN MAESTRO, y las prácticas de un discípulo.
En esta obra no se han citado autores para dejar al criterio de cada lector la asimilación de los conceptos, y para eliminar la idolatría al maestro, evitando, de esta manera, el antagonismo reinante entre todas las escuelas, y, por último “Fundir las dos escuelas, oriental y occidental en el crisol del Espíritu de la Obra”.
El que escribe estas líneas, nunca se proclamó Maestro, ni siquiera Pseudo-maestro, nunca vendió revistas, nunca vendió lecciones dosificadas, ni ha procurado conseguir discípulos; al contrario, todo lo que ha podido dar, lo dio gratuitamente. Por otro lado, él siempre ha considerado que el único maestro debe ser el Dios Intimo en el hombre y al mismo tiempo él está convencido de que es un simple estudiante.
La única intención al editar estas obras, fue la de recordar a los estudiantes (y yo soy uno de ellos), que todos los misterios, los símbolos, los emblemas y las enseñanzas de todas las escuelas orientales y occidentales, se encuentran grabados, escritos, practicados y aprendidos en el mismo cuerpo del hombre llamado el Microcosmos.
Muchos de los maestros han proclamado estas verdades, pero no las han sistematizado en una sola obra. Yo traté, solamente, de recopilar todas las enseñanzas en estos trabajos, explicarlos y descubrir todos los misterios en el cuerpo humano; por lo tanto declaro, sin sentir ninguna humillación ni aparentar humildad, que yo fui como una pluma o un lápiz en manos de Ellos y no tengo ningún mérito, ni reclamo ninguna gloria.
Ruego a los lectores que mediten en este mensaje lleno de verdad y de cariño, y que no me pidan más que funde una escuela propia, para enseñar y desarrollar lo que he escrito.
Fraternalmente,
JORGE ADOUM (MAGO JEFA)
PLEGARIAS
Dame tu luz ¡Dios mío! para verte
en toda parte, tiempo, criatura;
en el águila, reina de la altura,
en el cadáver, putrefacto inerte;
en las olas del mar como en la fuente,
en las arenas secas del desierto;
en la mano asesina y en el muerto,
en la salud del sano, en el paciente;
en el oro, las hierbas y las rosas,
en el lecho nupcial como en la cuna;
en estrellas y rayos de la luna,
en el sol y las noches tenebrosas.
Y para oírte, ábreme el oído.
Entonces sí, te escucho noche y día:
cuando el león ruge y el polluelo pía;
en la risa del hombre, en su gemido;
en el roncar del búho cuando ayea,
en el hermoso canto del canario;
en la blasfemia vil del presidiario,
como cuando la musa cuchichea;
en la oración de pobres y de hambrientos;
en el croar molesto de la rana;
en el manso vaivén de la mañana,
y en el fuerte silbido de los vientos.
Para vivir de tu exhalar divino,
dilata mis narices y pulmones,
y podré percibir, tus vibraciones
desde el alba tu aliento matutino;
en las brumas del mar como en el yermo,
y en todo secretar de la Natura;
en el sudor de la camisa impura
del labrador, del sano y del enfermo;
en invierno, en otoño y primavera;
en todo mineral y toda planta;
en el aliento de la virgen santa,
como en el suspirar de la ramera.
Para palpar ¡Dios mío! tu presencia
sensible haz mi sentir, haz que te sienta
en el calor, el frío y la tormenta,
en cada realidad y su apariencia;
en la nieve, en las lluvias y el rocío;
en la hoja, en la espina y en la rosa;
en el corte de herida dolorosa,
y en todo corazón ajeno y mío.
En todo palpitar de mi organismo,
en todo movimiento de mi vida;
en la materia muerta, en la nacida,
en mi exterior, y dentro de mí mismo.
¡Señor! si en mis entrañas encendiste
este fuego del hambre que devora,
por saborearte el paladar te añora,
en todos los sabores que me diste.
Ven a mi boca, cual maná del cielo,
y puedo saborearte, en mi contento,
en todas mis bebidas y alimento,
en el agua, la nieve y en el hielo;
en el pan; de la miel en la dulzura;
así al libar los vinos generosos,
como al besar los labios amorosos
de la mujer que me ofreció ternura.
Que mi lengua ¡Señor! sea testigo,
fiscal y juez: condene mi mentira;
que me defienda de la ciega ira,
cuando sin aprensión la verdad digo.
Haz de mi corazón ¡Señor! un prado,
en donde se deleiten corazones;
que su agua sea la fe, sus plantaciones
de esperanza y amor, fruto ambareado;
su cielo lealtad; su sol que tenga
los rayos de humildad, bondad, derecho…
Si en mi existencia no hay ningún provecho,
¡Dios mío, ordena que la muerte venga!
PRIMERA PARTE
PREÁMBULO
Antes del Principio existía el Cero (0). En el principio existió el uno (1).
La Eterna Letra “O” envolvía la Eterna Letra “I”.
El seno Ilimitado de la circunferencia ocultaba el Eterno Radio.
Antes del principio existía el Verbo sin manifestación porque no había llegado el principio.
La “I” era envuelta en la “O”; el Saber en el Poder y la Inteligencia en la Imaginación.
Había el Espacio, pero vacío de la Forma.
Había el “AQUELLO”, pero no había el “AQUEL”.
La duración envolvía el tiempo; la Conciencia envolvía la Mente; el Pasado contenía el Futuro, el Número estaba preñado del Fenómeno.
No había la Trinidad porque no se manifestaba la Unidad; no existían los Siete, porque no existía la Trinidad; no se manifestaban los Doce por la ausencia de los Siete. Con todo, los Doce yacían en los Siete, los Siete en los tres, los tres en el UNO y el UNO en el NO SER.
La Circunferencia sin límites absorbía el Todo: Padre, Madre, Hijo, Espíritu, Alma, Cuerpo; Esencia, Sustancia, Materia. La Esencia había aspirado la Sustancia, la Sustancia inhaló la Materia, la Infinita Circunferencia absorbió al TODO. Espíritu, Alma y Cuerpo tenían el Ser en el No Ser, sin embargo, nada Existía.
No había perfección porque no había Manifestación. No había aroma porque no había flor.
No había la creación porque no había la necesidad. No había el efecto porque no se manifestaba la CAUSA. Había la Inspiración o la Inhalación retenida sin la Respiración Exhalada.
La Existencia palpita en el seno de la no Existencia; el Futuro visible en lo Eterno Invisible.
No era la Nada en la Nada; era el Ser en el No Ser.
La causa sin causa envolvía la existencia. La Oscuridad Luminosa absorbía la Luz oscura; la Eternidad envolvía los tiempos. En el Útero de la Eternidad se movían las tinieblas porque era hora de dar a Luz: EL HIJO.
La Luz Absoluta era Tinieblas; el poder Absoluto era inacción.
No había Principio porque no existían principios; ni polaridades porque no existía el centro.
No había el poder Imaginativo, IMAGINACION, para manifestar su espíritu creado: no vibraba el Espíritu para emanar el Alma; no existía el saber para modelar el cuerpo.
Esto fue Antes del Principio.
En el principio el Uno asume en el Cero y Forma todos los números.
En el principio la Eterna letra “I” se manifiesta en la “O” y el YO forma todo el Cosmos.
El Radio se traza en la Circunferencia y mide la Eclíptica. “En el Principio era el Verbo y el Verbo era con Dios y por el Verbo, todo lo que es hecho fue hecho.”
El Aquello manifestó el Aquel y la forma ocupó el Espacio. El tiempo midió la duración; la mente vislumbró la conciencia y el Noúmeno alumbró el Fenómeno.
El UNO dividió el Cero en Dos formando las dos polaridades para convertirse en ellas en Trinidad.
La Trinidad emanó los Siete, de los Siete brotaron los Doce y el No Ser se hizo Ser; sin embargo, el No Ser sigue oculto en el Ser, los Doce en los Siete, los Siete en los Tres y los Tres en el Uno Yo.
La Eterna Letra “O” exhaló de sus entrañas la Eterna letra “I-O” y la “I” centro de la “O” forma dos polaridades: Atracción y Repulsión; pero la causa de la atracción y de la repulsión se mueve en la línea recta y las tres fuerzas: extensión, repulsión y atracción forman la “A” o triángulo dentro de la “O” (A): Espíritu, Alma, Cuerpo, se hicieron carne en absoluto.
De aquí las Tres Fuerzas manifiestan su acción y permiten la perfección en la manifestación.
La flor expidió su aroma, la necesidad creó y la causa manifestó el efecto.
El Aliento Aspirado exhaló y lo visible tuvo el Ser de lo Invisible; la Luz Oscura brilló en la Oscuridad Luminosa.
El cambio manifestó el tiempo en el útero de la Eternidad. En el Principio se expresaron dos principios: Masculino y Femenino. En el Principio Absoluto vibró de dentro hacia fuera el Espíritu; el Espíritu emanó el Alma y el Alma construyó el Cuerpo-Forma.
Este es el Principio de los Principios; Origen de los Orígenes: ESTE ES EL GÉNESIS.
CAPITULO I
EL MISTERIO DE LÁ UNIDAD
“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.” “YO y EL PADRE somos uno.”
“YO SOY EL; EL ES YO.”
Yo soy El, El es Yo: es el Arcano de los Arcanos; el Misterio de los Misterios; es la Unidad del Poder.
Yo soy El, El es Yo: es la dicha de las dichas; es la felicidad de las felicidades, es la Unidad en el AMOR.
Yo soy El; El es Yo: es la Ciencia de las Ciencias, es el Saber de los Saberes; es la Unidad en la Creación.
La primera Ley del Absoluto, del Intimo es la Unidad del Todo.
La Unidad se manifiesta en los tres Principios de la Manifestación que son:
La Unidad con el primer principio, es el Poder. La Unidad con el segundo principio, es el Amor. La Unidad con el tercer principio, es el Saber. O sea, en Dios, en el hombre y en el Universo.
La primera manifestación del Intimo es el uno; el Padre con quien debemos ser Uno, como decía Jesús: Yo y el Padre somos Uno.
El Padre se manifiesta en el Hombre por la imaginación.
El Padre es la Línea recta en la Circunferencia del Absoluto; es la vida individualizada; es la Unidad del Ser, es la fuerza del progreso de la Evolución.
El Padre es la Unidad de la Imaginación.
La Imaginación es la voluntad del Intimo sostenida por el Pensamiento y el Pensamiento sostenido es el Padre de la Creación.
La Imaginación es el Esfuerzo vertical que, desde arriba hacia abajo crea y que desde abajo hacia arriba, desde la gravedad hacia el Centro de la atracción del Intimo, sabe.
La Imaginación es la Línea recta que se encuentra entre la Naturaleza del hombre y su Intimo; entre el Universo y el Absoluto.
El mayor conocimiento es el conocimiento de sí mismo y el conocimiento de sí mismo se halla en la UNIDAD.
Con la Imaginación se siente la Unidad; con la razón se estudia la Naturaleza.
Por el Amor se llega a la Unidad, con la razón se puede conocer la diversidad.
Pensar internamente es entrar al Radio del Padre, al Reino ele los Cielos y la Imaginación es la única vía franqueable hacia el Reino de la Unidad; porque se llega a la unidad volando por encima de las construcciones mentales, borrando los prejuicios del corazón y abriéndose ante el Infinito silencioso.
Imaginar o visualizar una cosa es crearla y el conjunto del Universo es una serie de visualizaciones.
El mundo es la Imaginación del Inefable y el Trono del Inefable está en el entrecejo del hombre.
La Unidad del hijo con el Padre se realiza en el Cerebro, porque el Cerebro es la Unidad del hombre.
Hay que ascender a la montara para unirse con el Padre, hay que ascender al Cielo, a la cabeza y sentarse en el cerebro derecho, a la diestra del Padre, para luego volver a juzgar a los vivos y a los muertos, a los buenos y a los malos dentro del cuerpo.
El Cuerpo es la diversidad de la Unidad; cada parte del cuerpo vibra una nota y despide una luz distinta: pero cada nota corresponde a un centro del Cosmos y cada luz equivale a un rayo del Sol Central.
Sentirse el Intimo Absoluto, el Sol Central, es abarcar el todo.
Como es arriba, así es abajo; como es en el Cosmos, es en el Cuerpo y como es en el Cuerpo es en el Cosmos.
¿Tanto tiempo ha que estoy entre vosotros y me preguntáis por el Padre?”
Así como el radio es el principio, medio y fin de la circunferencia, así el hombre es en el Infinito, principio, medio y fin de lo existente.
Sin embargo, la Unidad es impenetrable a la concepción humana y es desconocida en su principio.
Todo se conserva y vive en la Unidad; todo desaparece en Ella.
La Unidad está más allá de lamente, del sentido y del placer. Con todo, se llega a la Unidad por medio de la mente, del Sentido y del Placer.
La Religión antigua decía: “De El ‘venimos y a El hemos de volver”.
La Religión moderna dice: “Yo y el Padre somos Uno”. La Religión futura dirá. “Yo soy El; El es Yo”.
Los antiguos caminaban hacia la Unidad; los futuros la vivirán.
Vivir la Unidad es identificarse con el Dios INTIMO y abarcar el todo.
Ser Uno con el Íntimo es sostener todos los sistemas y ser la Omnipotencia.
Ser uno con una parte es poseer una ciencia.
EL REINO DE DIOS
El Reino de Dios es Uno, pero diversificado en muchos.
El Absoluto es la Realidad misma que mora en todo ser visible e invisible. Es el Intimo en el hombre. El Sol Central Invisible.
El Uno es el Padre, el Sol Físico que corresponde al PENSAMIENTO creador en el hombre.
Aunque el Reino de Dios’ es Uno, pero también se manifiesta en muchos, así también el cuerpo humano que es Unidad se manifiesta en diversidad.
La Unidad permite afectar el todo por medio de la parte y las partes están relacionadas entre sí por orden de afinidad cósmica como tienen los signos zodiacales, una acción recíproca, ejercida entre ellos. De aquí se deduce que la alteración sufrida por una de las partes, tiene que reflejar en el conjunto.
De esta explicación deducimos que para llegar a la Unidad tenemos que valernos de la diversidad, esto es, por medio de la dualidad, del ternario, del cuaternario, etcétera.
Este es el objeto de nuestra presente obra. ¿En dónde está el Reino de Dios?
El Maestro de los Maestros, el Hombre-Dios nos dijo: “Buscad el Reino de Dios y su justo uso, y lo demás os será dado por añadidura”.
Después dijo: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”. Siendo el Reino de Dios dentro del hombre, éste debe buscarlo dentro de su propio organismo, de su propio cuerpo, para llegar algún día a unirse con El e identificarse con Dios Intimo que se halla en su interior.
CAMINO HACIA LA UNIDAD
Cuatro son los caminos que conducen a la Unidad por el pensamiento, a saber:
1º La Imaginación y la concentración.
2º La Acción.
3º La Devoción.
4º La Sabiduría.
Aunque la Unidad tiene un solo camino, con todo, posee estos cuatro senderos según el temperamento de cada persona; pero tampoco ningún ser puede llegar al Reino de la Unidad por medio de un solo sendero; porque pensamiento sin acción, sin devoción y sin sabiduría, es nulo; también devoción sin acción, es inútil; de manera que el hombre puede tomar un sendero de los cuatro siempre que observe la moral de los otros tres.
EL REINO DEL HOMBRE
Como todo reino, el reino interno del hombre tiene sus estados, jerarquías, gobernantes, empleados, obreros, etcétera.
El Rey Interno es el DIOS INTIMO de quien no podemos decir una sola palabra porque está mucho más allá de la concepción humana; pero tenemos el deber de creer en EL por sus manifestaciones.
Este Rey se manifiesta por la Dualidad: Yo superior y Yo Inferior, dirigentes del mundo mental Abstracto y Concreto. Estos dos Yos tienen muchos nombres según veremos después.
Esta dualidad es la Unidad, multiplicándose a sí mismo para crear, y por eso la Biblia hace salir a Eva del mismo pecho de Adán; pero la reproducción de la unidad por el binario conduce forzosamente al ternario que es la plenitud y el verbo perfecto de la Unidad.
El Ternario es el Amor de la dualidad o el hijo de los dos: Padre, Madre e hijo: Padre, Hijo y Espíritu Santo: Cabeza pecho y vientre: Poder, sabiduría y movimiento, etcétera.
Los demás números son, dentro del reino, partes complementarias como dirigentes, gobernantes, empleados, ministros, obreros, etc., que residen cada cual en su puesto obedeciendo y obrando según la voluntad del Ser Superior, que crea y maneja a su creación según leyes infalibles compuestas de números, pesos y medidas, cuyo objeto es el retorno a la Unidad consciente por el hombre.
CAPITULO II
EL PRIMER CAMINO HACIA LA UNIDAD ES EL PENSAMIENTO
El Ser Pensante o el Pensador es el primer Ministro del Intimo, en el Reino del Hombre, que tiene a su cargo el mundo del pensamiento y sus modalidades corno la meditación, concentración e imaginación, etcétera.
El ser humano se imagina como piensa, piensa como siente y siente como desea; de esta regla se deduce que para pensar bien debemos tener buenos deseos y buenos sentimientos.
La imaginación es el pensamiento sostenido que fortalece la voluntad que puede dominar, sin dificultad, la naturaleza física, dirigida por el YO inferior y en corto tiempo alcanza el hombre el conocimiento de la verdad por la Unidad.
El hombre de fuerte imaginación puede escudriñar el misterio del alma y los poderes latentes en su Intimidad.
Quien logra dominar su mente por la Imaginación, adquiere un poder capaz de dominar todas las fuerzas del Universo y podrá dominar los fenómenos de la naturaleza.
La mente Divina del Íntimo es la soberana del Cosmos y cuando la imaginación del hombre se conecta con esta MENTE, los poderes del hombre serán divinos.
Por la concentración en un objeto del mundo fenomenal se descubre la verdadera naturaleza del objeto en sí mismo, en el mundo de la verdad.
Enfocando el pensamiento en un solo objeto podemos conocer todos los pormenores de dicho objeto sea físico, mental o espiritual. Sostener la Imaginación en alguien, es enfocar nuestros rayos en él e inyectarle nuestros deseos.
La visión mental de un hombre es tan penetrante que puede rasgar el velo que oculta las verdades universales y le será posible conocerlas.
Quien se abstrae del mundo externo y dirige su concentración al mundo del Íntimo, reconoce la Única Verdad del Universo, se siente que es el mismo Dios y puede decir con Pablo:
“Ni ojos humanos vieron, ni oídos oyeron jamás, lo que preparó Dios a sus elegidos”, porque en este estado el hombre penetra al Tercer Cielo, el mundo de la mente Abstracta, sintiéndose Dios y domina sobre los espíritus invisibles.
El conocimiento de que el Íntimo todo lo penetra, emancipa al hombre de la esclavitud, de la ignorancia.
Todo lo que existe, es la imagen proyectada de la mente del hombre; porque cuando el Absoluto quiere crear se vale de la imaginación humana y ella es la causa de la diversidad en la Unidad.
El Amor para unos es un pasatiempo, para otros es un placer; mientras que para el místico es la perfección: todos sienten el amor uno, pero cada individuo percibe el objeto del amor según la imagen de su propia mente y de sus deseos; mas, para volver a la Unidad por medio del Amor, es necesario analizarlo y sentirlo sin desear sus frutos.
Todo aparece según el cristal con que se mira; pero la verdad de la Unidad se la puede ver cuando no se emplea ningún cristal; de manera que aquel que se fía de sus sentidos corporales y los emplea como cristales no puede adquirir el conocimiento de la Unidad por medio del pensamiento abstracto.
El pensamiento sostenido en lo Abstracto, nos aleja de lo adquirido por los sentidos y descubre la verdadera causa del fenómeno que nos parece misterioso.
LA TRINIDAD DEL HOMBRE
No es por demás anticipar estas explicaciones para que el aspirante pueda aplicar con eficacia, desde el comienzo de sus estudios, ciertas reglas y ejercicios especiales que le ayudan en el sendero de la Unión por medio del pensamiento.
Ya hemos dicho que la Unidad está más allá de la concepción humana.
Para el equilibrio de dos platillos de una balanza, se necesita un punto medio sobre el cual se apoye.
Platón decía que el hombre es una cabeza, a la cual los Dioses, ministros y servidores de Dios, habían puesto miembros y un organismo que le valiera para poder transportarse de un sitio a otro.
Para conocer la Unidad del hombre tenemos que admitir en él tres divisiones o tres entidades distintas y unidas.
La primera división que es la más inferior es el vientre donde se elabora la materia física de que se compone el organismo. Esta parte toma del mundo material por medio de la boca, las diversas sustancias de alimentos para nutrir el cuerpo. En esta división reina una entidad inteligente que prepara el alimento de la sangre; pero a este alimento lo impregna de sus atributos que son las sensaciones y los instintos.
La segunda división es la parte central o el pecho; es la residencia del ÁNIMA (alma) que se apodera de lo que elaboró el vientre, lo dinamiza, por el aire oxigenado, respirado por la nariz, renovando en los glóbulos rojos la energía perdida, por medio de la aspiración y la espiración. En esta parte se halla la vitalidad de la cual nacen los sentimientos y las pasiones.
La parte tercera que es la superior o la cabeza, extrae de la sangre, por medio del cerebelo y el sistema nervioso, la energía nerviosa, la almacena en el sistema central del cuerpo. Esta energía es la que origina el movimiento en el organismo. En esta división del cuerpo reside la inteligencia, y la comprensión pasiva del pensamiento concreto.
Esta trinidad del cuerpo físico, trinidad necesarísima para la vida, está unida bajo el dominio del cerebro, órgano de los sentidos y de la expresión de la energía orgánica. En este centro de unión de las tres se encuentra la voluntad creadora y la inteligencia activa que recibe sus leyes del mundo abstracto del Dios Íntimo.
EL CEREBRO: SUS DIVISIONES Y SUS FUNCIONES
El Cerebro o encéfalo es la masa contenida en la cavidad craneana; se divide en cuatro partes que son: Cerebro, cerebelo, istmo encefálico y bulbo raquídeo.
El cerebro tiene dos clases de sustancias: una blanca y otra gris, en todo similar a la médula espinal, de la que es prolongación y contiene infinidad de nervios, que como filamentos se entrecruzan y extienden a lo largo de todo el cuerpo. En el cerebro residen los centros de la actividad consciente; en el cerebelo los de la subconsciente o los efectos de los actos conscientes creados por el cerebro.
Dichos centros están formados por filamentos nerviosos, en forma de círculos o semicírculos en direcciones opuestas y algunos de ellos conectados entre sí.
Estos filamentos en el cerebro, son los conductores de las impresiones de los cinco sentidos ordinarios, que cada uno de los cuales dispone de arborizaciones sensitivas, motoras y de asociación.
En el cerebelo hay otros filamentos iguales, unos subconscientes y otros conscientes que se extienden en una red infinita de filamentos por todo el organismo. Nadie hasta ahora ha podido entender cómo esa red nerviosa cumple sus funciones en la trinidad del hombre, aunque muchos han experimentado la influencia que ejercen las condiciones físicas en todo nuestro ser. Anotemos algunos ejemplos:
1º La sustancia gris y blanca debe ser excitada para que funcione el organismo en su respiración, digestión y circulación sanguínea, etcétera, pero esta excitación cesa en la asfixia u otros casos graves.
2º La temperatura, la insolación, la cólera, aumentan esta excitación y producen delirio.
3º Las toxinas modifican la excitación y la sensibilidad de esta masa: unas la aumentan como la cocaína, el alcohol, el café, etcétera, y otras la deprimen como el éter, el cloroformo, los bromuros, etcétera.
Estos pocos ejemplos demuestran las influencias físicas que ejercen los medios naturales en el cerebro. Ahora veamos los medios anímicos:
1º Una pasión o una tristeza pueden producir la locura.
2º Una música, un aroma o una flor pueden producir en nosotros una alegría o una tristeza.
No hay que enumerar más ejemplos y de estos deducimos que la propiedad de esta red nerviosa es la que permite que cada individuo sea sensible a distintas fuerzas sutiles de la naturaleza y que estas fuerzas afectan al ser humano en su manera de sentir, pensar y obrar.
Respecto a la tercera parte que corresponde a la inteligencia pasiva, podemos enumerar miles de ejemplos de sugestión y de autosugestión que excitaron a la masa encefálica y al sistema nervioso y condujeron al hombre a la cima de la gloria o a la cima de la degradación.
Estos ejemplos realizados en las tres partes del organismo del hombre nos conducen a la conclusión siguiente:
Un alimento sano produce un sentimiento puro. Un sentimiento puro produce una inteligencia clara. Una inteligencia clara produce un pensamiento sostenido. Un pensamiento sostenido produce una FUERTE VOLUNTAD, primera manifestación del Íntimo Creador.
El cerebro no es el pensamiento, pero sí es el órgano que facilita el acto de pensar.
El pensamiento no es la inteligencia, pero es el instrumento que la manifiesta.
El cerebro no es la idea, pero es el molde qué le da la forma.
El Cerebro no es el Pensador pero es su mecanismo, a través del cual crea.
El pensamiento es el primer elemento del Íntimo, es su potencia Creadora; es el Padre Creador del Cielo y de la Tierra. Todo pensamiento que llega a ser una idea fija y definida en la mente del hombre, se convierte en fuerza activa y se esfuerza en cristalizarse en el mundo físico.
La idea hija del pensamiento, es la causa de todo lo creado en el mundo mental y da el material necesario para el mundo físico.
Todos los grandes hechos del hombre, todos sus inventos, sabiduría, paz, guerra, santidad, gloria, eran ideas fijas en el plano mental de un hombre y de una mujer.
La idea en el plano mental modula las facciones del hombre y le enseña la manera de ser, porque el hombre no obra según su forma sino según sus pensamientos; por eso dijo el sabio: Tal como el hombre piensa, así es él.
Para que una idea fija se manifieste, el hombre debe alimentarla con la acción permanente y continua. Para que la idea se cristalice necesita un período de actividad relacionado con ciertos ciclos cósmicos.
Los ciclos cósmicos dependen de leyes superiores a las cuales no pueden infringir.
Las leyes naturales y divinas no obran a saltos, así como e l grano de trigo no puede dar sus frutos en el mismo momento de ser sembrado.
Toda idea es como el grano de trigo que necesita de quien le siembre, le cuide; necesita de un terreno adecuado para germinar; el terreno debe poseer, aire, luz y agua, factores y elementos similares a los del grano, para que lo puedan nutrir.
La necesidad impulsa al hombre a crear y a nutrirse, y la necesidad es la hija de un deseo; pero, mientras hay deseo hay necesidad y mientras hay necesidad existe la desdicha, y mientras existe la desdicha el hombre busca la felicidad.
Felicidad e infelicidad, poder y debilidad, son ideas fijas en el mundo mental concreto; son las creaciones del mismo hombre.
Felicidad relativa no es felicidad; desgracia relativa no es desgracia; por eso el hombre Eterno busca la Felicidad Eterna y la Felicidad Eterna no se puede encontrar en el mundo mental Objetivo.
La Felicidad Eterna es un Atributo del Ser Íntimo en el hombre y para sentirla es necesario que el hombre vuelva a la Unión con el ÍNTIMO, ETERNO, INFINITO y PERFECTO.
LA UNIÓN CON EL ÍNTIMO ES LA PERFECCIÓN
Ya hemos dicho que cuatro son los caminos que conducen a la unión con el Íntimo (YO SOY EL) por medio del pensamiento: La imaginación o idea concentrada, la acción; la sabiduría y la devoción; pero esta división es ilusoria y tuvimos que emplearla para aclarar el concepto de la Unidad que está más allá de nuestra concepción.
El Íntimo manifiesta separadamente sus tres aspectos: conocimiento, voluntad y actitud, de que resultan los pensamientos, deseos y obras.
La demostración de las manifestaciones en la sustancia, no quiere decir que el hombre tiene tres YO, sino que el Único YO ÍNTIMO es quien conoce, quien quiere y quien actúa.
Tampoco las funciones son separadas; cuando conoce, también quiere y actúa; cuando actúa es porque conoce y quiere, y cuando quiere es porque también actúa y conoce.
En resumen, los tres aspectos del YO son el conocimiento, la voluntad y la actividad; así vemos que la Unión por medio del pensamiento tiene aspectos, pero es indivisible.
Así como los colores dimanan de los tres primarios, así también el Íntimo se manifiesta en el cuerpo de tres modos en los cuales dimanan las infinitas manifestaciones en forma de pensamientos, voluntad y acción.
El interno reflejo del hombre es el conocimiento, fuente del pensamiento.
La interna concentración es la voluntad, raíz de los deseos. La expresión en lo externo es la energía o la acción.
MISTERIO DE LA TRINIDAD
El Íntimo, Dios, cuya “Esencia es Poder, Sabiduría y Acción” refleja en su Interior infinidades de formas inertes, en las cuales EL no puede saber actuar, ni tiene poder en ellas, ni por medio de ellas. EL conoce, pero ellas no piensan; EL quiere, pero ellas no desean; EL actúa, pero ellas no se mueven. Esta conglomeración de formas se denominan materia, forma, cuerpo.
A fin de que el YO ÍNTIMO pueda ser el CONOCEDOR y el NO-YO cuerpo lo conocido, fue necesario establecer entre ellos una relación definida que es el conocimiento entre los dos. Este conocimiento es una relación dual, a saber: la conciencia de un YO y el reconocimiento de su contraparte que es el NO-YO, y que su presencia en contraposición una de otra, es necesaria para que debidamente resulte el conocimiento.
De esta manera tenemos: El Conocedor, lo conocido y el conocimiento, o esto otro: El pensador, lo pensado y el pensamiento, que son tres en uno, cuya comprensión es necesaria para emplear el poder del pensamiento en auxilio del mundo.
Según la filosofía occidental, la mente es el Conocedor, el objeto es lo conocido; la relación entre ambos es el conocimiento. Cuando comprendemos la naturaleza de los tres habremos dado un gran paso, hacia el conocimiento de nosotros mismos en que consiste la mayor Sabiduría cuyo fin es poner término al dolor, elevando a la humanidad del abismo de la separatividad al conocimiento de la Unión donde cesa el dolor.
Para esto piensa el conocedor y busca el conocimiento que conduce a la paz y a la felicidad.
RESUMEN
El pensamiento dibuja una idea, forma y una imagen mental; la imagen mental impulsa al hombre al acto; el acto es el origen del hábito; la repetición del acto forma el carácter y el carácter es el padre de la voluntad.
CAPÍTULO III
LA MENTE
El Conocedor no conoce las cosas en sí, sólo conoce las imágenes del mundo externo producido en su vehículo, la Mente. La Mente vehículo del Yo, es como espejo que refleja las imágenes de los objetos. No conocemos las cosas en sí, sino tan sólo el efecto que producen en nuestra conciencia. En la mente, solamente vemos las imágenes de los objetos, mas no los objetos; así como el espejo parece que tiene los objetos dentro de él, pero son imágenes, así el Conocedor, percibe como si fueran objetos las imágenes reflejadas.
Sin embargo, lo que sucede en la mente no es reflejo, porque la imaginación es una reproducción del objeto, y porque la materia mental asume la forma del objeto y el Conocedor reproduce a su vez esta semejanza.
Cuando, algún día, la conciencia, que es conocimiento, identifique y desarrolle el poder de reproducir en si misma lo externo y sólo vea lo irreal en la materia, entonces se desprende de la envoltura material para identificarse con los seres.
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