Don Agustín de Iturbide es como una antigua pintura al óleo que ha estado sepultada, por casi dos siglos, en el fondo de un pantano. Cubierta de lodo, toda corroída, es la que se ofrece al pueblo de México y al mundo, no en una estancia de alto nivel, para ser honrada y admirada –como sería de elemental Justicia– sino echada en un lodazal. Casi nadie se detiene a contemplarla: casi todos pasan de largo, sin preguntarse si ese cuadro corroído y maloliente es realmente la efigie del Libertador de México. Comencemos, entonces, por acercarnos al cuadro, quitemos la putrefacta capa de cieno que la cubre, y reconstruyamos todos sus rasgos y colores originales. Nosotros lo hicimos, al menos en gran parte, si bien la reivindicación de este héroe requiere un trabajo mucho más fino, detallado, amplio y profundo.
A medida que la limpieza y la restauración avanzaban, nos conmovió la alegría que produce un gratísimo descubrimiento. Sin concluir aún la tarea –es algo para muchos años de arduo estudio e investigación cuidadosa– estamos convencidos de que la obra es de tal valor, que, ya limpia y restaurada, debe resplandecer en el muro del máximo honor de nuestra historia patria, pero no al lado de los “héroes oficiales” –todos diabólicos, masones e inhumanos– sino al lado de los más grandes personajes de la Historia Universal.
Queremos hacer un profundo desagravio a Don Agustín de Iturbide, difundiendo la verdad histórica, tan ofendida en innumerables casos. El objetivo de los apátridas fue el borrar de nuestras almas, mentes y corazones el Amor a Cristo, y suprimir o dificultar al grado máximo el conocimiento de la Verdad Objetiva.
Pero nosotros queremos restaurarlo todo eso, y mucho más: colocarlo en el lugar privilegiado que le corresponde. LIBERTADOR DE MEXICO Y CREADOR DEL MEJOR PROYECTO DE NACIÓN: Verde: Independencia de toda otra potencia extranjera, Blanco: Religión Católica, Apostólica y Romana, con exclusión de toda otra creencia, y Rojo: Unión, Unidad de todos los mexicanos, sin importanr su origen étnico.
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