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sábado, 27 de septiembre de 2014

EL AGUJERO NEGRO DEL PERDÓN: LA TRAMPA DE LA NUEVA ERA.-Una falsa idea de la Nueva Era ha sido promovida, donde se sugiere que para convertirse en un amoroso ser espiritual es necesario perdonar a todos, incluso si han sido maltratados, insultados y engañados.

EL AGUJERO NEGRO DEL PERDÓN: LA TRAMPA DE LA NUEVA ERA
Por Gabriella Brightlight y Kathryn E. May, PsyD600014_453636511315572_75902909_n

Vamos a hablar sobre el agujero negro del perdón.

Muchas veces, la gente piensa que están expresando perdón cuando están realmente en negación.


Una falsa idea de la Nueva Era ha sido promovida, donde se sugiere que para convertirse en un amoroso ser espiritual es necesario perdonar a todos, incluso si han sido maltratados, insultados y engañados.


La gente está tan incómoda con la ira que se ha convertido en una práctica religiosa “saltarse” esa emoción por completo, como estar directamente cerrándose para encajar en la idea.


A esto se le llama “perdón.”

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También hay una idea similar de la Nueva Era que dice algo como: no podemos usar el juicio porque el juicio es condenar a los demás, y para ser una persona espiritual, debemos amar a todos.


De hecho, el escrutinio, la evaluación y la medición de lo que está sucediendo es un buen uso de tu inteligencia, no un acto poco amistoso.



La cábala trabajó duro, y con buena razón, para entrenarnos en la creencia de que usar el juicio es lo mismo que ser críticos.



Fue una brillante y deliberada enseñanza para engañar a la humanidad a abrazar su ceguera.

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Si realmente lo hubiéramos observado con un claro juicio, habríamos visto a través de su ilusión y ellos habrían sido impotentes sobre nosotros.


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Cuando te fijas bien en algo, permites que la respuesta de la bandera roja intuitiva e instantáneamente te lleve a la Verdad y fuera del peligro. Pero esto significa que tienes que usar el juicio.


En lugar de ello, se espera que seas ignorante sobre lo que sientes, con el fin de hacer que otras personas se sientan bien, especialmente los que se comportan mal contigo.

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Se supone que vas a aceptar a todas las personas de la manera que son, incluso si, aquí de nuevo … te han maltratado, te han faltado al respeto, y engañado.

El panorama que acabamos de describir es un círculo vicioso (el perdón, la negación, el olvido, la negación, la ira, negación y la ceguera) que te impide siempre llegar al punto o a la verdad de lo que realmente ha sucedido.

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Esta actitud siempre te pone en riesgo de repetir los errores del pasado, cuando la utilización de tu juicio o intuición te habrían permitido la oportunidad de llevar tu vida a un nivel superior.

Así que estás atascado en la negación, porque presumiblemente, expresando quién eres y lo que piensas va en contra de perdonar a los demás.



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Esto anima una interminable tolerancia hacia personas a las que no se les debe permitir los derechos y privilegios de estar cerca de ti.

Esto nos lleva a la tercera mentira que nos conduce al Agujero Negro:



Por decir la verdad, estás haciéndole daño a otros y “causando problemas”.



Esto no es aceptado socialmente y te traerá rechazo y abandono (de la misma gente que ya deberías haber dejado atrás).



Mientras te mantienes en esta prisión emocional “circular” no puedes hablar tu verdad o expresar tus sentimientos honestamente.


Se espera que irradies amor, o te arriesgas a ser visto como un intolerante, egoísta y demasiado sensible.

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¿Cómo puedes ser capaz de irradiar amor cuando has puesto todo el resentimiento, la ira y el miedo en tu estómago, en tus intestinos, en tu corazón y en tu mente con el fin de pegarte una gran sonrisa en tu rostro y fingir que todo está bien?


Esto no es el amor, ni el perdón, ni la tolerancia o la elevación espiritual; esto es la negación.


Todo está diseñado para evitar que seas libre y para evitar elevar tu vibración al brillante Trabajador de Luz que realmente eres.



Acabas de ponerte el uniforme con la bola y la cadena, lo que impide que te eleves a tu propia Ascensión.



Por lo tanto, la negación significa realmente que tienes que poner a todas las personas, los acontecimientos y las conductas personales que no te gustan y que te hacen sentir avergonzado, enojado, herido o indigno en una pequeña cajita llamada “Cosas para olvidar”.


Esta cajita lo colocas en un secreto rincón de tí mismo mientras te das el crédito por haber “trabajado esto”.


Al hacerlo, estás adoptando el principio de la cábala:

“Sucedió hace tanto tiempo que ya no es cierto, así que mejor no tocar el tema”.


Debes entender que al hacer esto no puedes manifestar tu vida ideal, debido a que la visión de tu vida ideal muere con la negación de tí mismo.

Si te encuentras en el modo de negación, no puedes perdonarte a ti mismo y no puedes perdonar a otros.


¿Cómo resolver esta paradoja?


Primero debemos entender que hay dos formas reales de perdón.
Primero, están la verdad y la reconciliación como formas del perdón, que tiene lugar entre dos o más personas que están presentes y conscientes de la interacción.


Esto requiere reconocimiento de la responsabilidad, genuino arrepentimiento y una sincera disculpa: “Prometo que nunca más voy a hacerte esto otra vez”, y no se repiten esas acciones nunca más.

Sólo entonces es posible que el afectado pueda perdonar verdaderamente y seguir adelante en la relación sin comprometer su integridad ni buen juicio.

(Cuidado con la falsa disculpa que lleva un tono de reproche:

“Lo Siento, me obligaste a hacerlo”, es manipulación).

Las siguientes condiciones deben estar presentes con el fin de resolver el conflicto:

- El que ha sido herido reconoce sus sentimientos y le ofrece al otro la oportunidad de compensar su error, lo que es un regalo de confianza y buena voluntad.

- Cuando la persona que le ha hecho daño a otra asume su responsabilidad, expresa genuino arrepentimiento y pide perdón, se crea un entorno en el que la proximidad real y la confianza pueden crecer.

A partir de esta tierra fértil, una relación fuerte y saludable se puede desarrollar.

La reconciliación y el perdón genuinos exigen apertura, transparencia, amabilidad y acuerdos mutuos consciente antes de continuar.

Si no has logrado esto, y decides quedarte, vas a crear una fórmula para el desastre.

Si no has visto todos los elementos anteriores, estás abandonando tu libertad y la oportunidad de ser auténticamente tú mismo.

Es más sensato alejarse.

Poner en peligro tu integridad a cambio de una solución sólo puede recrear el ciclo de resentimiento y dolor.

La segunda forma del perdón es dominar en solitario tus sentimientos, al margen de cualquier relación continua.

Esto no debe confundirse con la anterior reconciliación/perdón.

En este caso, el agresor no se arrepiente, ni está dispuesto a negociar, o está ausente.

Esta forma del perdón NO DEBE ser utilizada como una excusa para jugar en el lado oscuro mediante el apoyo a otro en el mal comportamiento, o para felicitarte a ti mismo por estar por encima de todo.

Entendemos que la resolución interna del dolor o heridas del pasado son el camino para la paz de la mente.

Con el fin de lograr esto, debemos estar dispuestos a liberar todos los sentimientos de resentimiento o victimización, que nos mantienen atados a su autor y a la oscuridad que hemos experimentado.


Ver que nuestra propia recuperación es más importante que la venganza, nos permite tomar la decisión de liberarnos a nosotros mismos para amar de nuevo a pesar del dolor del pasado.


Una persona que ha sido devastada por eventos traumáticos o por una vida sin amor, puede perder control sobre sí mismo, sobre su fe en Dios y en su amor propio. Las personas que han sido víctimas pueden caer en un pozo sin fondo de auto-culpa y odio.


Se necesita coraje, determinación y enfoque para restaurar su fe y creer en ti mismo.
Esta forma de perdón es fundamentalmente acerca de tu propia recuperación y de la decisión de vivir en el presente, en el amor contigo mismo.


Abrazar la verdad de tu pasado en lugar de tratar de negarlo hace que sea posible restaurar tu sentido de auto-respeto y dignidad. Este es el logro real.

Aprender a amarte a tí mismo, es la verdadera clave para el perdón. Es la forma de salir del Agujero Negro, y el camino para manifestar la vida ideal que viniste a vivir.

Para una mayor exposición sobre estos temas, consulte el Capítulo 27, “¿Cómo puedo recuperarme sobre ello?” y el Capítulo 28, “Aprendiendo a Perdonar”, del libro
¿Quién necesita la Luz? por Kathryn E. May, PsyD (Who Needs Light? by Kathryn E. May, PsyD)
Fuente: www.whoneedslight.org.
Traducido por Gloria Mühlebach
Publicado en:
http://hermandadblanca.org/el-agujero-negro-del-perdon-la-trampa-de-la-nueva-era/#.VCXypufDpcA

Iluminación.-En zen decimos que «si te sientas y te quedas en silencio mirando una pared el tiempo suficiente, sucederá algo».

Iluminación


(por Adyashanti)

 

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Iluminación

(...)En zen decimos que «si te sientas y te quedas en silencio mirando una pared el tiempo suficiente, sucederá algo».

Muchas personas lo han hecho y han tenido experiencias agradables: un estado de placer muy intenso durante unos minutos, quizá, o tal vez, con suerte, durante unas horas del retiro.


Esta sensación puede durar sólo unos segundos, en una determinada meditación, justo antes de que la mente diga que «la libertad debe ser algo parecido a extender esta experiencia en el tiempo infinitamente».

Sin embargo, la experiencia de mi iluminación no fue lo que esperaba.

Y jamás he conocido a nadie que dijera otra cosa después de despertar realmente a la Verdad.

No he conocido nunca a alguien que me dijera: «Adya, la iluminación se parece mucho a lo que esperaba de ella».

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Lo que suelen decir es: «Es totalmente distinto de lo que esperaba.

Y no se parece a ninguna de las experiencias espirituales que había tenido antes, ya fuesen experiencias de dicha, de amor, de unión con lo divino o de consciencia cósmica».

Como decimos en zen, una vez más, «si te sientas, te callas y te quedas mirando una pared el tiempo suficiente, experimentarás todas esas cosas».

¿Y sabes qué ocurre con esas experiencias?

Pasan.

Pero la mayoría de la gente que lo sabe finge no saberlo.

Casi todo el mundo que ha atravesado una lista de experiencias espirituales sabe que ninguna ha durado porque, si lo hubiera hecho, no seguirían buscando otra experiencia más.


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Así que casi todos los que participan en el juego de la espiritualidad desde hace bastante tiempo saben que ninguna experiencia ha perdurado.

Nadie se quiere enfrentar a esto.

Los estudiantes oirán cientos y cientos de veces que la iluminación no es una experiencia y seguirán diciendo al venir al satsang: «Adya, cuando me voy del satsang pierdo lo que consigo aquí».

Y yo siempre respondo: «Por supuesto. Independientemente de la experiencia que obtengas, la perderás.

Ésa es la naturaleza de la experiencia».

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Si digo que la libertad es lo que viene para no marcharse suena bien, pero la mente sólo puede imaginar una experiencia inagotable que no venga para marcharse.

Y entonces piensa: «Todavía no he encontrado la experiencia inagotable adecuada, la que no llega para desaparecer después.

No he obtenido la experiencia correcta».

Por alguna razón, y no me doy ningún crédito por esto, cuando me senté a mirar la pared durante quince años, como estudiante zen, tuve varias experiencias.

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Algunas fueron experiencias kundalini explosivas para la mente, experiencias de unión mística, de dicha, de avalanchas de luz divina y de amor.

Como la mayoría de las personas que se sientan frente a una pared, descubrí que estas experiencias no sucedían tan frecuentemente como me hubiese gustado, y tampoco duraban tanto tiempo.

En determinados momentos del viaje solía pensar:

«¡Es esto!

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¡Esta experiencia es tan abrumadoramente agradable que tiene que ser esto!».

Mi conciencia se expandía infinitamente y recibía más visiones de las que podía asimilar.

Si deseas estas experiencias, existe una receta para conseguirlas: siéntate delante de una pared durante horas infinitas día tras día.Pero yo recibí algo que, como entendí más tarde, resultó ser una increíble bendición:

precisamente cuando tenía las experiencias más bellas e increíbles, cosa que no sucedía muy a menudo, aparecía siempre una molesta vocecilla que me decía:

«Sigue adelante, ¡no es esto!».

El resto de mi yo seguía pensando: «Por supuesto que es esto, pues todo el cuerpo y la mente me lo están diciendo.

Todas las señales me dicen que es eso.

El placer se ha hecho tan intenso que tiene que ser esto». Entonces aparecía la vocecilla y decía:

«No te detengas aquí, no es esto».

Si hubiese podido, probablemente habría agarrado a esa vocecilla y la habría tirado por la ventana, pues me daba cuenta de que otras personas también tenían estas grandes realizaciones y al menos las disfrutaban por unos días, unas semanas, en algunos casos unos meses, y estaban convencidas de haberlo conseguido.

Yo apenas conseguía disfrutar de una de estas realizaciones durante más de diez minutos.

Eso no significa que se detuviese inmediatamente, pero mientras ocurría yo sabía, sin lugar a dudas, que no era eso, independientemente de cuál fuese la experiencia.

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Más tarde comprendí que esto había sido una enorme bendición, pues me sacó una y otra vez del lugar en el que probablemente hubiese querido quedarme.

Si te aferras a cualquier experiencia, en cuanto ésta pase experimentarás el sufrimiento.

Lo sorprendente es que este sufrimiento no suele hacernos avanzar, sino que nos hace dar un giro de 180 grados para ver de nuevo la experiencia perdida.

En muchos casos este sufrimiento es una completa pérdida de tiempo, pues no conseguimos aprender que la iluminación no es ninguna experiencia que aparece y desaparece, así que seguimos intentando repetirla o retenerla una y otra vez.

Si somos muy afortunados, sabremos de inmediato que si la experiencia desaparece eso no es la iluminación, o no haremos el giro de 180 grados cuando la experiencia se disuelva.

Nos daremos cuenta de que, fuese la experiencia que fuese, no se trataba de la iluminación, pues todas esas experiencias me estaban sucediendo a mí, y todas las experiencias que me acontecen están ligadas al tiempo, lo que implica que aparecen y desaparecen.

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En mi caso, esto resultó ser una bendición, pues vi que cualquier experiencia que perdiera su momento cumbre no era la iluminación que yo estaba buscando.

Acortó mucho mi viaje.

Cuando hablamos de la búsqueda de la iluminación, que es prácticamente la palabra más gastada del diccionario espiritual, en realidad estamos buscando la respuesta a la pregunta «¿cuál es la Verdad?».

Esta pregunta es completamente distinta de esa otra que dice «¿cómo puedo obtener esta experiencia?» o «¿cómo puedo mantenerla?».

Preguntar «¿cuál es la Verdad?» es un proyecto demoledor.

La espiritualidad, en gran medida, es un proyecto constructor.

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Ascendemos y ascendemos: las ideas ascienden, la energía kundalini asciende, la conciencia asciende.

Crece y crece y nosotros sentimos que cada vez somos mejores personas.Pero la iluminación es un proyecto demoledor.

Te enseña, simplemente, que nada de lo que creías es verdad.

Todo lo que crees ser, con independencia de la imagen que tengas de ti (buena, mala o indiferente), es mentira.


Independientemente de lo que pienses sobre Dios, nada es verdad.

No puedes tener ningún pensamiento verdadero sobre Dios, así que todos tus pensamientos al respecto te muestran, precisamente, lo que el divino no es.

Tus ideas sobre el mundo te muestran, precisamente, lo que el mundo no es.

Lo que piensas de la iluminación te muestra, precisa y exactamente, lo que no es.

¿Lo ves?

Se trata de eliminar.

¿Qué es lo que se elimina? Todo.

Si no lo eliminas todo, no será realmente liberador.

Si queda una sola cosa o un solo punto de vista sin eliminar, aún no estarás liberado.

Casi todos los seres humanos basan su vida en evitar la verdad.

La verdad que evitamos es la Verdad del vacío.


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No queremos ver que no somos nada.

No queremos ver que todo lo que creemos está equivocado.

No queremos ver que todo lo que el mundo piensa es erróneo.

No queremos ver que nuestro punto de vista es incorrecto y que no existe ningún punto de vista correcto.

No queremos ver que todo lo que creemos de Dios es lo que Dios no es.

No queremos ver lo que quiso decir el Buda con aquello de que no existía ningún yo.

Preferiríamos añadir una afirmación positiva.


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Así que en vez de ver que no existe ningún yo y que todo lo que la mente considera verdad, en último término, no es más que vacío, nuestra mente enseguida añade algo positivo, como «yo soy consciente» o «todo es dicha» o «Dios es amor».

No queremos ver que el núcleo de nuestra existencia contiene un espacio vacío.

Adyashanti

*

Copio un fragmento del capítulo 19 ("iluminación") del libro La Danza del Vacío, de Adyashanti:

 

EL MIEDO A PERDER EL Control

EL MIEDO A PERDER EL Control
Por Adyashanti

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Según muchas personas, al hurgar hasta lo más profundo del maquillaje emocional del ser humano descubres que el miedo es la principal emoción que mantiene a la gente separada.

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En mi experiencia esto no es así.

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Yo creo que la razón principal de que las personas se experimenten como seres separados es el deseo y la voluntad de controlar.

El miedo surge cuando tenemos la sensación de perder el control.


O nos asustamos al darnos cuenta de que no tenemos ningún control, y sin embargo seguimos deseándolo.

Cuando hablo de control me refiero a todo.

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El control más obvio tiene lugar cuando la gente trata de controlarse entre sí.

Si te acuerdas de cualquier conversación que hayas mantenido hoy mismo, probablemente encuentres algún elemento de control en ella.

Seguramente estabas intentando controlar la mente de alguien para que te entendiera, para que estuviese de acuerdo contigo, para que te escuchase o para que le gustaras.

Tal vez no sea así en

todas las conversaciones ni con todo el mundo, pero probablemente sí lo sea en unas cuantas.

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Me estoy refiriendo a todas las cosas, desde las formas de control y poder más obvias hasta las más sutiles.

En estas últimas intentamos modificar la experiencia de este momento concreto.

Una de las preguntas más frecuentes que recibo dice algo así:

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«Adya, he tenido un cierto despertar espiritual, al menos eso creo, y aunque ha sucedido, tengo la sensación de que no es completo.

En realidad no me siento totalmente libre.

Tal vez me haya despertado a lo que soy y a quién soy, y eso es muy hermoso y profundo, Adya, pero hay algo que no ha terminado de completarse».

A esto le sigue: «¿Qué puedo hacer?».

Todavía no me he encontrado con ningún caso de este estilo en el que el individuo no esté enfrentándose, principalmente, al problema del control.

Ninguno, porque a no ser que nos hayamos liberado del deseo de controlar, todo el mundo gestiona el control de un modo u otro.

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Para resumirlo de forma muy sencilla, la diferencia entre las personas que han tenido iluminaciones espirituales profundas en relación a su verdadera naturaleza y las que están verdaderamente liberadas y se sienten completamente libres es ésta, únicamente: aquellos que están libres y liberados se han deshecho por completo del control.

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Esto ocurre porque, cuando te deshaces del control, no puedes evitar sentirte liberado y libre.

Es como si saltaras de un edificio.

No podrías evitar caer hacia abajo; la gravedad te empujaría en esa dirección.

Si te liberases por completo del control, terminarías realizándote plenamente.

(...)


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Por eso te sugiero que te imagines lo que sucedería si no tuvieses absolutamente ningún movimiento de control en tu interior, ningún deseo de control, ninguna idea que controlar (al nivel más obvio o más profundo de tu experiencia).

Imagina qué implicaciones tendría una total ausencia de control en tu sistema.

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En último término, el deseo de control es nuestra falta de predisposición a despertarnos del todo. (...)


Es un movimiento muy profundo.

Una auténtica mutación del núcleo de tu ser.

No tiene que ser una revelación, ni un logro espiritual o una realización.

Es una mutación fundamental respecto a nuestra forma de existir: vivir sin el deseo de controlar.

Cuando llegues al centro del control, lo más probable es que te sientas morir.

Casi todo el mundo se siente así porque, en cierto sentido, te vas a morir.

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Cuando la vida deja de tener control, ni siquiera en el nivel más fundamental, es una muerte.

En la mayoría de los casos nuestra vida comenzó a girar en torno al control a la edad de un año, más o menos.

Verás que hay niños de tan sólo dos años que intentan controlar a su madre, y ordenan y manipulan a mamá y a papá.

Esta urgencia de control, esta especie de sensación biológica de que la supervivencia depende del control aparece a una edad muy temprana.

Es una transformación fundamental.

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Por eso mismo, aunque tengamos una realización muy profunda de la verdad, en último término la auténtica libertad no llega necesariamente a través de una realización.

Evidentemente, casi todo el mundo necesita pasar por una realización profunda de su verdadera naturaleza para poder entregarse de una forma natural y espontánea.

Pero ésta sólo se completará a sí misma cuando esa persona deje de controlar ciega e impredeciblemente.

En relación a este tema, la gente suele preguntarme: «Pero ¿cómo lo hago?».

Y lo único que puedo decir es que el control está en la propia pregunta.

El control intenta hacer de las suyas.

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La pregunta de «cómo» siempre se refiere al control.

Tener un cómo tal vez nos resulte útil, pero al fin y al cabo no es más que control.

No existe ningún cómo.

Limítate a relajarte por completo. 
Adyashanti
(notas del capítulo 15 de su libro La Danza del Vacío), www.adyashanti.org/