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martes, 20 de mayo de 2014

El libro de la mujer.- sobre el poder de lo femenino ,-Un psiquiatra es un tipo que te hace muchas preguntas muy caras que tu esposa te hace gratis.Por eso, a lo largo de los siglos el hombre ha estado destruyendo la genialidad, el talento, las capacidades de la mujer, para, de esta forma, poder probar que él es superior, ante sí mismo y ante el mundo.Si quieres que una mujer cambie de idea, muéstrate de acuer­do con ella.


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EL LIBRO DE LA MUJER 
Sobre el poder de lo femenino 
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Mujer 
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Me da la sensación de que eres en verdad el primer hombre de este planeta que realmente comprende a las mujeres y las acepta. Por favor, comenta
Os he dicho que a la mujer hay que amarla, no comprenderla.

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Eso es lo primero que hay que comprender. La vida es tan misteriosa que” nuestras manos no pueden alcanzar sus cimas, nuestros ojos no pueden observar su misterio más profundo.


Comprender cualquier expresión de la existencia —los hombres o las mujeres o los árboles o los animales o los pájaros— es la función de la ciencia, no la de un místico.


Yo no soy un científico. Para mí, la ciencia misma es un misterio, y ahora los científicos han empezado a darse cuenta de ello.


Están abandonando su vieja actitud obstinada y supersticiosa de que un día sabrán todo lo que se puede saber.


Con Albert Einstein, la historia entera de la ciencia ha tomado una ruta muy diferente, porque cuanto más penetró en el núcleo de la materia, más perplejo se fue quedando. Toda la lógica quedó atrás, toda la racionalidad quedó atrás.


No puedes dar órdenes a la existencia, porque no sigue tu lógica. La lógica es un producto hu­mano. Llegó un punto en la vida de Albert Einstein en que recuer­da que estaba dudando si debía insistir en ser racional… pero eso sería estúpido.


Sería humano, pero no inteligente.


Incluso si insis­tes en la lógica, en la racionalidad, la existencia no va a cambiar de acuerdo con tu lógica; tu lógica tiene que cambiar de acuerdo conla existencia. Y cuanto más profundizas, la existencia se vuelve más y más misteriosa.


Y llega un punto en que tienes que abandonar la lógica y la racionalidad y simplemente escuchar a la naturaleza.


Yo lo llamo el entendimiento supremo, pero no en el sentido corrien­te de entendimiento. Lo sabes, lo sientes, pero no hay manera de decirlo. 


El hombre es un misterio, la mujer es un misterio, todo lo que existe es un misterio, y todos nuestros esfuerzos para comprender­lo van a fracasar.


Recuerdo a un hombre que estaba comprando un regalo para su hijo en una tienda de juguetes por Navidad. Era un conoci­do matemático, así que, naturalmente, el dependiente le trajo un rompecabezas.

El matemático trató de resolverlo… era un bello rompecabezas. Lo intentó y lo intentó y lo intentó, y empezó a sudar. La situación se estaba volviendo incómoda. Los clientes y los vendedores y el dependiente estaban mirando, y él no logra­ba resolver el rompecabezas. Finalmente, abandonó la idea y gri­tó al dependiente: «Soy matemático, y si ni siquiera yo puedo resolver el rompecabezas, ¿cómo cree que va a poder mi hijo pe­queño?»


El dependiente dijo: «Usted no comprende. Está hecho de tal manera que nadie puede resolverlo, matemático o no matemá­tico.» 


El matemático dijo: «Pero, ¿por qué lo han hecho así?»


El dependiente dijo: «Está hecho de esa forma para que el mu­chacho empiece a comprender desde el principio que la vida no se puede resolver, no se puede comprender.»


Puedes vivirla, puedes regocijarte en ella, puedes hacerte uno con el misterio, pero la idea de comprender como observador no es posible en absoluto.


Yo mismo no comprendo.


El mayor misterio para mí soy yo mismo.


Pero te puedo dar unas cuantas pistas:


Un psiquiatra es un tipo que te hace muchas preguntas muy caras que tu esposa te hace gratis.
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La clave de la felicidad: puedes hablar de amor y de ternura y de pasión, pero el verdadero éxtasis es descubrir que no has perdi­do las llaves después de todo.


Las mujeres comienzan resistiéndose a las tentativas del hom­bre y acaban bloqueando su retirada.


Si quieres que una mujer cambie de idea, muéstrate de acuer­do con ella.


Si quieres saber lo que realmente piensa una mujer, mírala; no la escuches.
La señora se acercó al policía y le dijo: «Oiga, ese hombre de la esquina me está molestando.»


«He estado observando todo el tiempo —dijo el poli— y ese hom­bre ni siquiera la ha mirado.»


«Y, bueno —dijo la mujer—, ¿no es eso molesto?»
Un joven romántico se volvió a la bella joven que había en su cama y le preguntó:


«¿Soy el primer hombre con el que has hecho el amor?»


Ella pensó un momento y luego dijo: «Es posible, tengo una memoria horrible para las caras.»
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Todo es misterioso: es mejor disfrutarlo en vez de tratar de comprenderlo.


Al final, el hombre que sigue tratando de compren­der la vida resulta ser un tonto, y el hombre que disfruta la vida se vuelve sabio y sigue disfrutando la vida, porque se hace más y más consciente del misterio que nos rodea.


El mayor entendimiento es saber que no se puede comprender nada, que todo es misterioso y milagroso.


Para mí, ese es el inicio de la religión en tu vida. The Great Pilgrimage: From Here to Here, cap. 2. 1


Por favor, ¿podrías explicar cuáles son las verdaderas diferencias entre los hombres y las mujeres?
La mayoría de las diferencias entre los hombres y las mujeres se deben a miles de años de condicionamiento.


No son fundamen­tales por naturaleza, pero hay unas pocas diferencias que les dan una belleza única, individualidad. Esas diferencias se pueden con­tar muy fácilmente.


Una de ellas es que la mujer es capaz de producir vida; el hom­bre no lo es.


En ese aspecto, él es inferior, y esa inferioridad ha ju­gado un gran papel en el dominio de las mujeres por el hombre.


El complejo de inferioridad funciona de esta manera: pretende ser su­perior para engañarse a sí mismo y para engañar al mundo entero.


Por eso, a lo largo de los siglos el hombre ha estado destruyendo la genialidad, el talento, las capacidades de la mujer, para, de esta forma, poder probar que él es superior, ante sí mismo y ante el mundo.



A causa de que la mujer da a luz, durante nueve meses o más permanece absolutamente vulnerable, dependiente del hombre.


Los hombres han explotado esto de una forma muy fea. Y esa es una diferencia fisiológica; da exactamente igual.


La psicología de la mujer ha sido corrompida por el hombre diciéndole cosas que no son ciertas, convirtiéndola en una esclava del hombre, reduciéndola a la categoría de ciudadano secunda­rio del mundo.


Y la razón de ello es que él es más poderoso muscularmente. Pero el poder muscular es parte de la animalidad.


Si es eso lo que va a decidir la superioridad, entonces cualquier ani­mal es más musculoso que un hombre.


Pero las verdaderas diferencias existen ciertamente, y tenemos que buscarlas detrás del montón de diferencias inventadas.


Una dife­rencia que veo es que una mujer es más capaz de amor que un hom­bre.


El amor del hombre es más o menos una necesidad física; el amor de la mujer, no. Es algo más grande y más elevado, es una ex­periencia espiritual. Por eso, la mujer es monógama y el hombre es polígamo.


Al hombre le gustaría tener a todas las mujeres del mun­do, y aun no estaría contento con ello.


Su insatisfacción es infinita.


La mujer puede sentirse satisfecha con un amor, absolutamen­te satisfecha, porque no mira el cuerpo del hombre, mira sus cua­lidades más profundas.


No se enamora de un hombre que tiene un hermoso cuerpo musculoso, se enamora de un hombre que tiene carisma —algo indefinible, pero inmensamente atractivo—, que es un misterio a explorar.


No quiere que su hombre sea tan sólo un hombre, sino una aventura en el descubrimiento de la conciencia.


El hombre es muy débil en lo concerniente a la sexualidad; sólo puede tener un orgasmo.


La mujer es infinitamente superior; pue­de tener orgasmos múltiples.


Y este ha sido uno de los asuntos más molestos.


El orgasmo del hombre es local, confinado a los ge­nitales.


El orgasmo de la mujer es total, no está confinado a los genitales. Todo su cuerpo es sexual, y puede tener una bella expe­riencia orgásmica mil veces mayor, más profunda, más enriquecedora, más nutritiva que la que puede tener un hombre.


Pero la tragedia radica en que todo su cuerpo tiene que ser ex­citado, y el hombre no está interesado en ello, nunca ha estado in­teresado en ello.


Ha utilizado a la mujer como una máquina sexual para aliviar sus propias tensiones sexuales.


En cuestión de segun­dos ya ha terminado.


Y para cuando ha terminado, la mujer ni si­quiera ha comenzado. En cuanto el hombre termina de hacer el amor, se da la vuelta y se duerme. El acto sexual le ayuda a dormir bien, más relajado, con todas las tensiones liberadas en la actividad sexual.


Y toda mujer ha llorado y gemido cuando ha visto esto.


Ella ni siquiera ha comenzado, no se ha movido.


Ha sido utilizada, y eso es lo más feo que hay en la vida: cuando se te utiliza como una cosa, como un mecanismo, como un objeto.


Ella no puede perdo­nar al hombre por utilizarla.


Para hacer que también la mujer sea una compañera orgásmica, el hombre tiene que aprender juegos preliminares, tiene que aprender a no tener prisa por ir a la cama.


Tiene que convertir ha­cer el amor en un arte.


Pueden tener un lugar —un templo de amor— en donde se queme incienso, sin luces fuertes, sólo velas.



Y él debería acercarse a la mujer cuando esté en un estado bello, ale­gre, para poder compartirlo con ella.



Lo que sucede normalmente es que los hombres y las mujeres se pelean antes de hacer el amor. Eso envenena el amor.


El amor es una especie de tratado de paz que dice que la lucha ha terminado, al menos por una noche. Es un soborno, es una trampa.


Un hombre debería hacer el amor de la misma forma que pin­ta un pintor —cuando siente que un vivo deseo llena su corazón— o como un poeta compone poesía, o como un músico toca música.


El cuerpo de la mujer debería ser tratado como un instrumento musical; lo es.



Cuando el hombre se siente alegre, entonces el sexo no es simplemente una descarga de la tensión, una relajación, un método para dormir.


Entonces hay juego preliminar.


Él baila con la mujer, canta con la mujer, con la hermosa música que vibra en el templo del amor, con el incienso que les gusta.



Debería ser algo sagrado, porque no hay nada sagrado en la vida corriente a no ser que hagáis sagrado el amor.



Y eso será el comienzo de la apertura de la puerta a todo el fenómeno de la supraconciencia.
El amor nunca debería ser forzado, nunca debería intentarse.



No debería estar en la mente en absoluto.



Estáis jugando, bailan­do, cantando, disfrutando… es parte de esta prolongada alegría.



Si sucede, es bello. Cuando el amor sucede, tiene belleza. Cuando se hace que suceda, es feo.
Y cuando haces el


amor con el hombre encima de la mujer… se conoce esto como la postura del misionero.



Oriente se dio cuenta de esa fealdad, ya que el hombre es más pesado, más alto y más musculoso; está aplastando a un ser delicado.


En Oriente siempre se ha hecho de la manera opuesta: la mujer encima.


Aplastada bajo el peso del hombre, la mujer no tiene movilidad.


Sólo se mueve el hombre, de manera que llega al orgasmo en unos segundos, y la mujer simplemente llora.


Ha sido parte de ello, pero no ha toma­do parte en ello. Ha sido utilizada.


Cuando la mujer está encima, tiene más movilidad, el hombre tiene menos movilidad, y eso hará que los orgasmos de ambos se acerquen más.


Y cuando ambos entran en la experiencia orgásmica al mismo tiempo, es algo del otro mundo.


Es la primera visión del samadhi, es cuando ves por vez primera que el ser humano no es el cuerpo.


Se olvida el cuerpo, se olvida el mundo. Tanto el hom­bre como la mujer entran en una nueva dimensión que nunca ha­bían explorado.


La mujer tiene capacidad para tener orgasmos múltiples, por lo que el hombre tiene que ser lo más lento posible.


Pero la realidad es que tiene tanta prisa en todo que destruye toda la relación.


De­bería estar muy relajado, para que la mujer pueda tener orgasmos múltiples.


El orgasmo del hombre debería llegar al final, cuando el orgasmo de la mujer ya ha alcanzado su cima. Es una simple cues­tión de entendimiento.


Canal: SER EN PLENITUD
Categoría: Historia y Creencias
Subcategoría: Fe, filosofía y espiritualidad
Género: Podcasting
Procedencia: Mexico
Idioma: castellano

 

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