EL MIEDO A PERDER EL Control
Por Adyashanti
https://drive.google.com/file/d/0B4LqR57m8NH2RnBINkE3SVJuSms/edit?usp=sharing
Según muchas personas, al hurgar hasta lo más profundo del maquillaje emocional del ser humano descubres que el miedo es la principal emoción que mantiene a la gente separada.
En mi experiencia esto no es así.
Yo creo que la razón principal de que las personas se experimenten como seres separados es el deseo y la voluntad de controlar.
El miedo surge cuando tenemos la sensación de perder el control.
O nos asustamos al darnos cuenta de que no tenemos ningún control, y sin embargo seguimos deseándolo.
Cuando hablo de control me refiero a todo.
El control más obvio tiene lugar cuando la gente trata de controlarse entre sí.
Si te acuerdas de cualquier conversación que hayas mantenido hoy mismo, probablemente encuentres algún elemento de control en ella.
Seguramente estabas intentando controlar la mente de alguien para que te entendiera, para que estuviese de acuerdo contigo, para que te escuchase o para que le gustaras.
Tal vez no sea así en
todas las conversaciones ni con todo el mundo, pero probablemente sí lo sea en unas cuantas.
Me estoy refiriendo a todas las cosas, desde las formas de control y poder más obvias hasta las más sutiles.
En estas últimas intentamos modificar la experiencia de este momento concreto.
Una de las preguntas más frecuentes que recibo dice algo así:
«Adya, he tenido un cierto despertar espiritual, al menos eso creo, y aunque ha sucedido, tengo la sensación de que no es completo.
En realidad no me siento totalmente libre.
Tal vez me haya despertado a lo que soy y a quién soy, y eso es muy hermoso y profundo, Adya, pero hay algo que no ha terminado de completarse».
A esto le sigue: «¿Qué puedo hacer?».
Todavía no me he encontrado con ningún caso de este estilo en el que el individuo no esté enfrentándose, principalmente, al problema del control.
Ninguno, porque a no ser que nos hayamos liberado del deseo de controlar, todo el mundo gestiona el control de un modo u otro.
Para resumirlo de forma muy sencilla, la diferencia entre las personas que han tenido iluminaciones espirituales profundas en relación a su verdadera naturaleza y las que están verdaderamente liberadas y se sienten completamente libres es ésta, únicamente: aquellos que están libres y liberados se han deshecho por completo del control.
Esto ocurre porque, cuando te deshaces del control, no puedes evitar sentirte liberado y libre.
Es como si saltaras de un edificio.
No podrías evitar caer hacia abajo; la gravedad te empujaría en esa dirección.
Si te liberases por completo del control, terminarías realizándote plenamente.
(...)
Por eso te sugiero que te imagines lo que sucedería si no tuvieses absolutamente ningún movimiento de control en tu interior, ningún deseo de control, ninguna idea que controlar (al nivel más obvio o más profundo de tu experiencia).
Imagina qué implicaciones tendría una total ausencia de control en tu sistema.
En último término, el deseo de control es nuestra falta de predisposición a despertarnos del todo. (...)
Es un movimiento muy profundo.
Una auténtica mutación del núcleo de tu ser.
No tiene que ser una revelación, ni un logro espiritual o una realización.
Es una mutación fundamental respecto a nuestra forma de existir: vivir sin el deseo de controlar.
Cuando llegues al centro del control, lo más probable es que te sientas morir.
Casi todo el mundo se siente así porque, en cierto sentido, te vas a morir.
Cuando la vida deja de tener control, ni siquiera en el nivel más fundamental, es una muerte.
En la mayoría de los casos nuestra vida comenzó a girar en torno al control a la edad de un año, más o menos.
Verás que hay niños de tan sólo dos años que intentan controlar a su madre, y ordenan y manipulan a mamá y a papá.
Esta urgencia de control, esta especie de sensación biológica de que la supervivencia depende del control aparece a una edad muy temprana.
Es una transformación fundamental.
Por eso mismo, aunque tengamos una realización muy profunda de la verdad, en último término la auténtica libertad no llega necesariamente a través de una realización.
Evidentemente, casi todo el mundo necesita pasar por una realización profunda de su verdadera naturaleza para poder entregarse de una forma natural y espontánea.
Pero ésta sólo se completará a sí misma cuando esa persona deje de controlar ciega e impredeciblemente.
En relación a este tema, la gente suele preguntarme: «Pero ¿cómo lo hago?».
Y lo único que puedo decir es que el control está en la propia pregunta.
El control intenta hacer de las suyas.
La pregunta de «cómo» siempre se refiere al control.
Tener un cómo tal vez nos resulte útil, pero al fin y al cabo no es más que control.
No existe ningún cómo.
Limítate a relajarte por completo.
Adyashanti
(notas del capítulo 15 de su libro La Danza del Vacío), www.adyashanti.org/