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domingo, 18 de enero de 2015
CONCIENCIA MULTIDIMENSIONAL. Hoy 17 vuelve a ser puerta energética 8-1-8, que os ayudara a integrar los flujos del chacra cardiaco, es 1 día de Mucha relevancia donde el chacra corazón activa de nuevo su interior. Abriendo nuevos filamentos interiores o hebras de luz que comunicaran su presente con su pasado.Conciencia solar. Metatron y Melchisedeck
Conflictos con el padre.-En nuestro interior, olvidado en algún rincón de nuestra alma, el niño que fuimos llora todavía. No fue atendido en algún momento clave, quizás fue golpeado, y muchas veces se sintió incomprendido. Su padre no jugó con él. No ha podido heredar, contagiarse de la fuerza y el valor, pues su padre no estuvo cerca. Las heridas de este niño son más graves de lo que el común de las gentes puede aceptar.
Conflictos con el padre
https://drive.google.com/file/d/0B4LqR57m8NH2MjhwREZBVGhzeXc/view?usp=sharingEn nuestro interior,olvidado en algún rincón de nuestra alma,el niño que fuimos llora todavía.No fue atendido en algún momento clave, quizás fue golpeado, y muchas veces se sintió incomprendido.Su padre no jugó con él. No ha podido heredar, contagiarse de la fuerza y el valor, pues su padre no estuvo cerca. Las heridas de este niño son más graves de lo que el común de las gentes puede aceptar."No hay para tanto", "La vida es así", "Los padres no pueden ocuparse de los niños, han de trabajar", son frases que surgen con ansiedad de los labios de quienes llevan dentro un niño que llora incluso más fuerte. Son sólo tapaderas, pero ellos no lo saben. Para sobrevivir, tuvieron que eludir el tremendo dolor infantil, y recubrirlo con gruesas capas de preceptos, tópicos, dogmas.Pero es esencial revivir ese dolor. Esa indignación. Y sentir que el culpable fue el padre y la madre, y en ningún caso el niño. Sólo después de esa catarsis, que puede durar muchos años, sólo entonces es posible perdonar a los padres. Pero nos impedimos sentir esa descomunal indignación y nos apresuramos a "perdonar" a quienes nos hirieron, y entonces nos pasamos la vida enojándonos con el jefe, con la pareja, con los hijos. Sustitutos de nuestra rabia acumulada, que responden a su vez desde sus propios niños interiores dañados.Este texto fue escrito por Mª José Batres y expresa perfectamente algunos sentimientos que son muy poderosos y que en ocasiones se ocultan ante ojos propios y ajenos."Os traigo un texto precioso, que la Vida puso ante mí en el blog de Mermaid, y que me emocionó sobremanera; me sentí atraída para traerlo ante vosotr@s y poder compartir la experiencia tan importante, en este mundo de ilusión, del maya, que es la de las relaciones paterno-filiales; a lo que ella, ha accedido totalmente complaciente.Mermaid nos abrió su corazón con valentía para sanarlo, cada día un poco más, a base de la aceptación que tan necesaria nos es. Es la experiencia vital, realmente.De manera paralela, eso está sucediendo en mí, en estos últimos meses... desde el pasado 9 de noviembre en que mi padre hizo la transición a otros planos...Si ella nos regalaba la vista de una playa hermosa, me atrevo a suponer, como símbolo de esa calidez con que relaciona a su padre, y al mismo tiempo de la soledad que le dejó con su ausencia... yo, he elegido entre mis acuarelas, ésta del iceberg, para adelantaros ya la emocionalidad, que se simboliza en sus aguas, pero con la frialdad helada que la figura de mi padre me sugirió siempre...Siempre le reproché su ausencia, su no dedicación, su mal humor... eso me hacía dudar de mi "validez" como hija... quizás yo "no sabía hacerlo bien" para que él me quisiera... Eso dolía...Con el tiempo observé que no era a mí sola, a quien no manifestaba afecto... El dolor... y el resentimiento por este dolor, era compartido...Con la madurez y la distancia física, aprendí a "callar" ese dolor, aunque su poso, su reverberación, siempre se escuchaban en el momento más inoportuno hasta que, por pura supervivencia, decidí comenzar a sanar "eso"...En medio de mi nueva decisión, mi padre también decidió... se apagó a los 91 años, aunque no estuvo realmente "encendido" nunca... Y lo digo con sumo respeto y compasión...Sí, ahora sé mucho de él que nunca quise saber:Que no estaba en su camino "hacer" las cosas de manera diferente a como surgieron.Que no supo, que no pudo!Que no conoció herramientas para enamorarse de la vida, ni de nadie, y que no sabía tampoco el lenguaje o el idioma que utilizaba su alma.Que no se amó nunca... tampoco pudo hacerlo a otros...Que siempre se sintió separado, solo, en las trampas y la reclusión del ego...Y la lección más maravillosa de todo ello, es reconocerlo como el gran maestro que para mí ha supuesto, enseñándome con total perfección "como actuar si querías vivir tu vida desde la infelicidad, inconsciencia e ignorancia más absolutas".Tres semanas antes de su muerte, la Vida me regaló un viaje para poderme reconciliar con él; no me reconoció, ni siquiera abrió los ojos en la horita que pasé con él tomándole de la mano y despidiéndome de él con una presencia que nunca antes nos unió...Aún arrastro una secuela de no aceptación, que AHORA, con vuestro permiso, es momento de soltar en esta catarsis.Mi agradecimiento más profundo a la Conciencia que así ha querido manifestarse, pues no poniéndomelo fácil, tanto me ha mostrado, y a él, a su alma, por haberse prestado al Gran Juego!Y, AHORA, me uno a Ella y a vosotr@s en este divino texto, a través del que me reencuentro con quien es mi padre, AHORA, y que es el padre universal, pues todos somos Uno!Porque así lo decido!Infinitas gracias también por vuestra paciencia y amor. Soy consciente de lo largo de la entrada.(Mermaid, tomo también prestada la preciosa fotografía que utilizas en tu blog)"Mi padre no fue un gran hombreParte del prólogo de “Ser padre es cosa de hombres”. Sergio Sinay."Mi padre se llamaba Moisés. Era hijo de Miguel y de Lea. Fue hermano de Marcos y de Rubén. Fue el marido de Miriam. Fue el padre de Horacio y de mí. Era el abuelo de Iván y de Javier. Cuando murió, hace dos días, tenía 85 años.Mi padre no fue un gran hombre. Pero hacía el más sabroso café con leche que jamás probé. Nos los preparaba cada mañana a Horacio y a mí, cuando íbamos al colegio, y nos lo servía con unos enormes panes con manteca y dulce.Mi padre no fue un gran hombre. Pero pelaba las naranjas como nadie. Las dejaba sin un rastro de ollejo, brillosas, lisas, tentadoras. Yo no quería comer naranjas si no las pelaba él.Mi padre no fue un gran hombre. Pero llenó de libros nuestra casa de la infancia y los dejó absolutamente a nuestro alcance. Nunca dijo "ese libro no es para vos". Y así aprendimos a amar la lectura desde chicos. Todavía hoy leo como entonces, como él. Con voracidad, con desorden, con placer. Mi casa está llena de libros, las bibliotecas son los muebles principales.Mi padre no fue un gran hombre. Pero a los 84 años aprendió a hacer señaladores de cuero, con sus dedos agarrotados, y me regaló uno, simple, bello y austero, con el que hoy guío mis lecturas.Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando yo tenía 10 años y Horacio 7 y vivíamos en La Banda, Santiago del Estero, compró entradas y un 9 de julio nos llevó a la cancha del Club Mitre a ver a River, que venía de gira. Seguimos el partido subidos a un sulky, porque no había lugar para nadie. Fue la primera vez que vi a River, y lo vi con Carrizo, con Lostau, con Labruna, con Pérez, con Pipo Rossi. Mi padre era hincha de Independiente, nosotros nos hicimos de River.Mi padre no fue un gran hombre. Pero nos llevaba cada domingo a la cancha a ver a Central Argentino, de La Banda, a pesar de que él era hincha del eterno rival, Sarmiento. Y hasta se alegraba con nosotros si ganaba Central.Mi padre no fue un gran hombre. Pero una tarde de mi adolescencia, en la trastienda de la farmacia que él y mi madre tenían en La Banda, me explicó cómo se hacían los chicos. Tartamudeaba y estaba rojo y sudoroso. Yo ya sabía, pero me fascinó su explicación.Mi padre no fue un gran hombre. Pero cuando hice mi viaje de egresado, en tren desde Santiago a Mendoza con mis compañeros del Colegio Nacional Absalón Rojas, me llamó aparte en el andén y me dio tres preservativos. "Tomá, por si los necesitás", me dijo. Y otra vez estaba rojo y sudoroso.Mi padre no fue un gran hombre. Pero un día, cuando cumplí doce años, se apareció en casa con el curso de dibujo de Los Doce Famosos Artistas como regalo. Y yo, que amaba las historietas, tuve como profesores a Hugo Pratt, a Alberto Breccia y a otros así. (...)Mi padre no fue un gran hombre. Pero supo despedirse antes de partir. El domingo a las cinco de la mañana me desperté y no pude volver a dormir por un largo rato. Era una hora silenciosa y quieta. De marea en baja. Entonces supe que, en la sala de terapia intensiva del hospital, él estaba muriendo. Que me despertaba suavemente, como cuando en las mañanas frías del colegio se acercaba a mi cama, me tocaba suavemente el hombro y me decía, en un susurro, "Pichu...arriba". Y que esta vez lo hacía para despedirse. En mi cama, en la oscuridad, no luché contra el insomnio, simplemente me despedí de él, le deseé buen viaje, le agradecí lo que tenía que agradecerle y le hice saber que, por mi parte, no había cuentas pendientes entre nosotros. Ninguna.Me dormí nuevamente a las siete y el teléfono sonó a las ocho para pedirnos que fuéramos con urgencia al hospital. Entonces le dije a Marilen: "Mi Viejo murió hoy a las cinco y media, es eso lo que nos van a informar". Un par de horas después, nos entregaron un certificado de defunción que decía: "hora del fallecimiento: 5:30".Mi padre no fue un gran hombre. Pero enfrentó a la muerte entero y vivo. Peleó con sabiduría, conocedor de que la batalla sería posible mientras hubiera equivalencia. Cuando sintió que ya estaba, que había hecho lo suyo, que las reglas de juego habían dejado de ser parejas, dijo basta. No lo dijo como un derrotado. Había comido una porción de las grandes (como a él le gustaban) de la vida; su último año y medio había sido de placer, de reivindicación y de buena vida. Entonces decidió que estaba a punto y murió. En su muerte, fue un modelo. Y no es poca cosa.Mi padre no fue un gran hombre. Pero murió como un señor. Sin degradarse sin deterioro, sin corromperse, como una persona íntegra y consciente. No huyó, no tuvo miedo, llegó vivo a su muerte. Y cuando lo vimos, antes de ocupar su cajón, su rostro era plácido, pacífico, como quien sueña sueños íntimos y felices o como quien observa deslumbrado algo que lo hará feliz pero de lo que no quiere hablar. Era, en ese momento y en ese lugar, en la morgue del hospital, nada menos, un viejo hermoso y sereno.
Así nos despidió. Soltándose, soltándonos.Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue honesto.Mi padre no fue un gran hombre. Pero fue amoroso.Mi padre no fue un gran hombre. Y no importa. Los grandes hombres ocupan a veces, demasiado lugar. Asfixian. Y son acreedores de deudas que nos hacen la vida más pesada. Visto así, por suerte, mi padre no fue un gran hombre. En muchas cosas fue sólo un pequeño hombre. Pero más allá de todo fue algo más difícil y más importante. Mi padre fue un buen hombre.
Agradezco eso. Gracias, papá, por tu vida..."Gracias por abrir tu corazón. Gracias por tu visita.* * * *http://www.elblogintegral.com/2011/01/entrada-39.html
Etiquetas: catarsis emocional
Conflictos con la madre Vuelvo a publicar este artículo, avisando que en él se relata sólo la influencia negativa de la madre sobre su hija. Lo escribí en su día por si podía servir para mitigar y comprender la cadena de tranmisión de lo negativo en la crianza y la educación.“El auténtico perdón no bordea la rabia sin tocarla, sino que pasa a través de ella” – Alice miller
Conflictos con la madre
Vuelvo a publicar este artículo, avisando que en él se relata sólo la influencia negativa de la madre sobre su hija. Lo escribí en su día por si podía servir para mitigar y comprender la cadena de tranmisión de lo negativo en la crianza y la educación.https://drive.google.com/file/d/0B4LqR57m8NH2MTVtcUJ2cjZpZU0/view?usp=sharing* * * * *Un buen día, en una edad demasiado temprana,el niño comprende que no es amado, y que sólo será "tolerado"si cumple una serie de requisitos muy extraños.Si los conflictos con el padre suelen deberse a su ausencia (o a una escasa presencia pero de forma violenta), los conflictos con la madre nacen de una presencia excesiva.Dadora de vida, es difícil para la madre no invadir espacios, suplantar emociones o crear falsas necesidades en unos seres indefensos que se convierten en objeto de su terapia. La madre hace terapia con sus hijos, pues es la primera vez que puede descargar lo que a su vez hicieron con ella cuando era una niña. Este uso inconsciente de los hijos con la finalidad de dramatizar el pasado para poder entenderlo, es lo que ocasiona un daño que los niños arrastrarán para toda la vida."Mamá, por favor no me dejes en la guardería. Sólo tengo un año, me paso todo el día llorando y cuando llegas por la tarde estás cansada de trabajar y te enfadas conmigo, pues estoy nerviosa y agotada de tanto llamarte sin obtener respuesta. Necesitaría, como mínimo, sentirte cerca de mí toda la noche, pero tras dos o tres horas metes en mi estómago otro biberón y me dejas en una cuna que se encuentra en la otra punta de la casa. Siento una terrible sensación de soledad. ¿Sabes lo que cree mi cerebro? Que me has abandonado. No tengo la conciencia suficiente como para saber que volverás, es por eso que lloro tanto. Pero tú entras enfurecida en mi habitación y gritas que me duerma. ¡Es tan fácil, mamá, sólo cógeme en brazos y arrúllame en tu seno. Tú eres mi vida, y en esta edad mi vida sin tu presencia constante no tiene sentido"Después, pasan los años y el adulto ha olvidado la perplejidad, el desconcierto y la rabia, emociones que se dirigen hacia sustitutos tales como los propios hijos, la pareja, o los compañeros de trabajo. Además, ese adulto se siente moralmente obligado a "perdonar" a sus padres, pues le han inculcado que el que hacía mal las cosas era precisamente él, y la sociedad entera apoya ese malentendido.
La madre, creyendo hacer lo mejor, considera a sus hijos como prolongaciones de su cuerpo y de su mente. Si en verdad esto pudo ser útil cuando eran bebés, después se convierte en una invasión constante en la vida de unos niños y unos adolescentes que comienzan a ser independientes.
* * * * *Mamá, he sido traída a este mundo."Mamá, por favor, dame el pecho. Necesito sentir tu piel, y recibir el alimento que la naturaleza ha preparado para los bebés. Me das biberones que me embotan mucho tiempo, he de dormir seis horas seguidas para procesar esa sustancia artificial, y así tú puedes trabajar, o volver a ser mujer de nuevo. Pero yo necesito una mamá, no una mujer que se ausenta"
Vivo en tu vientre, y percibo ya tu temor.
Mamá, ahora también naces tú, ¿verdad?
"Mamá, por favor no me dejes en la guardería. Sólo tengo un año, me paso todo el día llorando y cuando llegas por la tarde estás cansada de trabajar y te enfadas conmigo, pues estoy nerviosa y agotada de tanto llamarte sin obtener respuesta. Necesitaría, como mínimo, sentirte cerca de mí toda la noche, pero tras dos o tres horas metes en mi estómago otro biberón y me dejas en una cuna que se encuentra en la otra punta de la casa. Siento una terrible sensación de soledad. ¿Sabes lo que cree mi cerebro? Que me has abandonado. No tengo la conciencia suficiente como para saber que volverás, es por eso que lloro tanto. Pero tú entras enfurecida en mi habitación y gritas que me duerma. ¡Es tan fácil, mamá, sólo cógeme en brazos y arrúllame en tu seno. Tú eres mi vida, y en esta edad mi vida sin tu presencia constante no tiene sentido"
"Mamá, no pretendas que entienda cómo funciona el mundo de los adultos, sólo tengo dos años. Mi conciencia tiene ahora una estructura mágica, y lo que una mente necesita en ese estadio son relatos cortos y adaptados a mi edad, mucho contacto físico, juegos y risas. Mamá, yo estoy en un rincón de la guardería, calladita, sollozando, esperando tu llegada. He aprendido que vuelves, pero una simple hora es para mí un tiempo extraordinariamente dilatado. Mami, ven, por favor, a veces entran señoras por esa puerta, pero ninguna es tú. Me cogen y me colocan junto a objetos de colores, en un lugar lleno de otros niños sonrojados por el llanto, y me dicen que juegue. Pero no siempre tengo ánimo, no hago más que esperar"
"Mamá, no puedo comprender esa prisa que observo en ti para que yo crezca rápido y "entienda". Tengo tres años, pero hace mucho tiempo que me vistes como una mujercita. Tops, minifaldas, maquillaje para jugar pero que quieres que luzca en la calle ante tus amigas. Hace ya un año que me alimentas como si fuera un señor de cincuenta: carne, pescado, fritos, chocolate, azúcar, algunas veces he vomitado pero tú dices que he de hacerme grande y fuerte. Hace medio año me llevaste al cine, papá y tú os reísteis al ver mi carita frente a una pantalla tan grande con un sonido que hería mis oídos. La película duraba una eternidad, y yo empecé a jugar sola debajo de los asientos, pero eso molestaba a otros señores. Había niños y niñas más pequeños que yo que lloraban, pero sus papás no los sacaban de la sala. ¿Por qué todo eso?"
"Mamá, tengo cuatro años, pero ¿sabes una cosa? Hay muchas partes de mi mente que no han sido adecuadamente desarrolladas y se han quedado atrás, esperando todavía obtener aquello que necesitaban para su correcto funcionamiento. Así que por fuera parezco una niña de cuatro años, pero dentro de mí todavía llora el bebé de un año, falto de contacto, herido por tus ausencias. Dentro de mí solloza todavía la niña de dos años que nunca supo si acercarse o no a su mamá, pues no sabía si iba a recibir un beso o un castigo. Todavía hoy sería posible una catarsis, una sanación, no mía sino tuya. Mamá, todavía espero lo mejor de ti, mi inocencia me impide pensar mal de ti, yo creo que eres mi soporte, mi vida, que todo lo que dices y haces es justo y verdadero. Por eso, cuando algo que haces me hiere profundamente, mi cabecita empieza a creer que en realidad soy yo la que es mala, que no sé nada, que soy una molestia, que no soy digna de amor, que sólo seré aceptada si cumplo con unos preceptos muy extraños"
"Mamá, ayer cumplí ocho años. Estoy en plena etapa mítica. Eso significa que acepto tus órdenes como si fueran mis propios deseos, que me gusta sentir que formo parte de un grupo, de una familia. Así que por todo lo que aprendo contigo y con papá deduzco que este caos familiar es lo correcto, que cuando no quiero ir a la escuela porque me encuentro mal, en realidad estoy "haciendo cuento", que cuando no deseo dejar un juguete a mis amigas pero sí acepto los suyos es que "soy muy lista", y que cuando la minifalda se me sube demasiado, soy "una desvergonzada". Mamá, perdona por no saber nada. Papá y tú sois mis dioses, sois guapos y perfectos, y yo os quiero con toda mi alma. Debo ser, en verdad, muy mala, algo en mí no funciona bien, pues os saco de quicio demasiadas veces. Mamá, no te enfades más conmigo, te prometo que me portaré bien. Ayer fue mi cumpleaños, y me regalasteis sólo un juguete, por que estoy castigada por no sacar buenas notas. Yo en realidad quería que jugaseis conmigo, pero papá cogió la muñeca unos segundos y dijo que se parecía a mí, que tenía la misma cara de "pilluela" y luego se fue a su despacho. Tú, mamá, siempre me prometes que jugarás conmigo, pero ese día no acaba de llegar. Yo cogí la muñeca y me metí debajo de la mesa. Durante un rato contuve las lágrimas, ahora soy una experta en llorar en silencio. Después, lo que hago es fijarme mucho en los detalles de mi nueva muñeca y comienzo a creer que quizás es eso: la ropa, o sus rasgados ojos, o su esbeltez, lo que proporciona algo de felicidad en este mundo. Sí, quiero ser modelo, tener mucho dinero para comprarme toda la ropa que quiera, quiero ser muy guapa para que todos se fijen en mí y así pueda recibir algo de atención por parte de los demás."
"Mamá, tengo quince años, he entrado en el estadio racional. Ahora sé con total certeza que he de mantenerme delgada y guapa para merecer el respeto de los hombres. Sé que sólo ganando mucho dinero podré obtener la felicidad que nunca tuve. Sí, quiero estudiar derecho, porque me indignan mucho las injusticias. Quiero enviar a la cárcel a esos hombres y esas mujeres que estafan a sus semejantes, siempre prometiendo cosas que luego no cumplen. Y de paso ganarme bien la vida, como decía papá, para poder ser una mujer respetada. Ya nos sois guapos ni perfectos, estáis muy lejos de mi poder para transformar el mundo. Me pedís respeto, pero ¿cuándo me respetasteis vosotros a mí? Pedís que no siga esas dietas y que no me maquille tanto, pero ¿acaso no es eso lo que os hacía tanta gracia durante tantos años? Me pedís que tenga cuidado con los chicos, pero yo sé que sólo en ellos encontraré al padre que nunca estuvo cerca de mí. Son jóvenes y guapos como yo, y en ellos puedo proyectar mi profunda necesidad de afecto. Habéis llenado el vaso de mi alma con promesas de felicidad que nunca llegaron, con ropa y videojuegos, con mucha, mucha televisión, y con música estridente. Ahora el vaso está lleno... de esa basura. ¿Qué esperáis que contenga?"
"Mamá, tengo treinta años, he atravesado el estadio Nueva Era, y comienzo a darme cuenta de muchas cosas. Tengo un bebé de un año, y ahora veo que no está bien lo que hiciste. Siento una rabia creciente contra ti y contra papá. ¿Cómo pudisteis utilizarme para tratar de entender lo que vuestros propios padres hicieron con vosotros? Yo era una niña indefensa que esperó durante muchos años vuestro afecto, pero ese amor nunca llegó. Sí, llegaron sermones, algún regalo, y dinero para mis estudios. Yo no necesitaba eso, sino vuestra comprensión. Ayer vi en las noticias cómo un hombre de sesenta años pegó a sus padres. La sociedad entera lo trata de criminal, cuando en realidad está haciendo lo mismo que hicieron con él. Lo trataron de forma violenta cuando no podía defenderse, y ahora es él el que trata de esta forma a sus padres cuando éstos, por fin, ya no representan una amenaza, cuando por senectud se han vuelto indefensos. ¡Y entonces el mundo se escandaliza! ¿Por qué, dime por qué, mamá, no se levanta una ola de indignación similar cuando un padre o una madre pega a su hijo de dos años, o cuando los abandonan en una guardería de nueve de la mañana a cinco de la tarde?"
"Mamá, papá, por fin puedo odiaros sin reservas. Mis relaciones con los hombres han fracasado, pues no hago más que pelearme con ellos. Creasteis una sombra inmensa que vive en mi interior y desea sanar por todos los medios, usando a mis parejas para dramatizar y escenificar todos aquellos periodos de dolor que produjeron heridas irreparables en mi alma. Y mis parejas hacen lo mismo conmigo, pues recibieron una educación parecida. Entiendo que no supisteis hacerlo mejor, que cargabais con la cruz de vuestros propios traumas, pero dejad que saque a la luz toda mi indignación de niña pequeña, o si no reventaré. No os puedo perdonar todavía, porque no es la hora del perdón. La cultura, desde siempre, ha estado en contra de los niños y a favor de los padres. La cultura repite el error, generación tras generación, de la obligación moral del perdón a los mayores. Pero ahora veo que el verdadero perdón sólo ocurre de forma espontánea, solo fluye de forma natural cuando por lo menos una parte de la indignación ha sido dirigida hacia los verdaderos culpables, que son los padres. Sólo cuando se ha logrado la hazaña de captar el inmenso dolor, humillación y soledad que alimentan esa indignación, sólo entonces puede una contemplar a los padres como niños indefensos que sufrieron abusos y que no pudieron hacer otra cosa que transmitir lo que habían recibido"
Mamá, ahora sí, ahora puedo quererte,no con un amor herido, sino con el amor que procede de la comprensión.Mamá, ahora puedo decirte eso que tanto te costaba decirme
cuando más lo hubiera necesitado:te quiero
"El auténtico perdón no bordea la rabia sin tocarla,
sino que pasa a través de ella" - Alice millerLas obras de Alice Miller son esenciales para comprender el verdadero alcance del daño que se ha cometido y se sigue cometiendo a los niños de todas las edades. Sus obras más renombradas son "Por tu propio bien", "El drama del niño dotado", "El saber proscrito" y "Salvar tu vida: la superación del maltrato infantil", entre otras.
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