El Libro de la Vida
J. KRISHNAMURTI
Meditaciones diarias
con Kris hnamurti
Introducción
En 1934, Krishnamurti dijo: «¿Por qué queremos ser estudiantes de libros, en lugar de ser estudiantes de la vida? Averigüen qué es falso en el medio que los rodea, con todas sus opresiones y crueldades, y entonces descubrirán qué es lo verdadero». Señaló repetidamente que «el libro de la vida», siempre cambiante, con una vitalidad que no puede ser contenida por el pensamiento, era el único digno de «leerse», ya que todos los demás estaban llenos de información falsa. «La historia de la humanidad se halla en ustedes; allí están la vasta experiencia, los miedos profundamente arraigados, las ansiedades, el dolor, el placer y todas las creencias que el hombre ha acumulado a lo largo de milenios. Ustedes son el libro».
Esta obra, El Libro de la Vida, Meditaciones diarias con Krishnamurti, está dispuesta en un orden que reproduce en cierto modo la manera como Krishnamurti desarrollaba sus pláticas. Comenzaba habitualmente con la acción de escuchar y la relación existente entre el estudiante y el auditorio, y terminaba con cuestiones que emergen naturalmente cuando la vida está en orden y una profundidad mayor empieza a aflorar a la superficie de la conciencia. Durante sus últimos días, en 1985 y 1986, habló del espíritu creativo y la posibilidad de un estilo de vida totalmente nuevo. Esta obra contiene fragmentos de esas pláticas.
Muchos temas se reiteraban a lo largo de sus enseñanzas. Su visión consista en la total y comprensiva observación de la condición humana, en la que cada aspecto de la vida se halla interconectado. El Libro de la Vida presenta pasajes sobre un tema nuevo para cada semana del año, y cada tópico se desarrolla a través de siete días. Estas citas se identifican por su fuente bibliográfica, y se hace referencia a ésta en cada pie de página. Los lectores que se interesen en explorar a mayor profundidad temas específicos, están invitados a acudir a los textos completos contenidos en los libros de los cuales dichos temas han sido extractados.
Krishnamurti comenzó a hablar públicamente en 1929 con una voz que Aldous Huxley describió como plena de una «autoridad intrínseca». Su poderosa exploración en la naturaleza de la verdad y la libertad ha resultado en millones de ejemplares de sus pláticas y diálogos publicados y traducidos a casi todos los idiomas del mundo.
Krishnamurti, aunque tímido y retraído, ofreció centenares de pláticas, pronunciadas sin notas previas ni preparación alguna, las cuales desarrollaban esencialmente un tema primordial: la verdad puede ser descubierta por cualquiera de nosotros, sin la ayuda de autoridad alguna; al igual que la vida, está siempre presente, en un solo instante. Sus pláticas cubren la escala completa del conflicto y el interés, tanto en lo personal como en lo social. Al observar la profundidad y el alcance de nuestra conducta tal como se revela en el instante de la observación, surge la acción indispensable para transformarnos a nosotros mismos y a nuestra sociedad. Cuando alguien que asistía a sus pláticas le preguntó por qué hablaba y qué quería lograr, Krishnamurti respondió: Quiero revelarles algo, quizás el modo de descubrir qué es la realidad no el modo en el sentido de un sistema, sino cómo proceder al respecto-. Y si ustedes pueden descubrir esto por sí mismos, no habrá uno que les habla, hablaremos todos sobre ello, todos expresaremos esa realidad de nuestras vidas, donde quiera que nos encontremos [...]. La verdad no puede ser acumulada. Lo que se acumula es destruido siempre, siempre se deteriora. La verdad jamás puede deteriorarse, porque sólo puede ser descubierta de instante en instante, en cada pensamiento, en cada relación, en cada palabra, en cada gesto, en una sonrisa, en las lágrimas. Y si ustedes y yo podemos descubrir eso y vivirlo el vivirlo es, en sí mismo, el descubrimiento-, entonces no nos convertiremos en propagandistas; seremos seres humanos creativos; no seres humanos perfectos, sino creativos, lo cual es inmensamente distinto. Por eso, creo, estoy hablando, y quizá por eso están ustedes escuchando.
Sólo existe el problema; no hay respuesta; en la comprensión del problema está su disolución. A menudo, cuando se le formulaba una pregunta, Krishnamurti respondía: «Averigüemos qué entendemos por…», examinando así la pregunta y abriéndola a la investigación en vez de dar inmediatamente una respuesta. Para Krishnamurti, sondear una pregunta o un problema alimentaba esa investigación de un modo mejor que estar persiguiendo lógica e intelectualmente la búsqueda de una respuesta. Los extractos que figuran en este libro son presentados al lector como interrogantes que podrían haberse planteado sin que el lector sintiera el impulso de una respuesta inmediata.
Krishnamurti señalaba que el diálogo con sus oyentes en las pláticas que ofrecía no era intelectual y no se hallaba anclado en pensamientos e ideales. Dijo: Después de todo, el propósito de estas pláticas es comunicarnos el uno con el otro; no es el de imponerles una determinada serie de ideas. Las ideas jamás cambian la mente, jamás originan su transformación radical. Pero si, como individuos, podemos comunicarnos el uno con el otro, al mismo tiempo y en el mismo nivel, entonces quizás habrá una comprensión que no es tan sólo propaganda… de modo que estas pláticas no tienen ninguna manera la intención de disuadirlos ni persuadirlos acerca de nada, ya sea de hecho o subliminalmente.
En casi todas sus pláticas públicas y en sus diálogos, Krishnamurti usaba los términos «humanidad» u «hombre» cuando se refería a la totalidad del género humano. Pero en la última parte de su vida se interrumpía frecuentemente para decir a su auditorio: «Por favor, cuando digo “hombre”, me refiero también a la mujer. Así que no se enojen conmigo».
Krishnamurti hablaba con extraordinaria sencillez, no como lo hace un gurú o un maestro religioso con una enseñanza derivativa, con un vocabulario especial, o que se halla atado a alguna secta u organización. El requerimiento por sus enseñanzas claras y auténticas fue creciendo a medida que recorría el mundo. Desde 1930 hasta su muerte en 1986 hablo a auditorios cada vez más numerosos en Europa, Norteamérica. Australia, Sudamérica y la India.
Esta obra contiene pasajes tomados de pláticas publicadas e inéditas, de diálogos y escritos entre los años 1933 y 1968. Entre éstos se encuentra el primer libro popular de Krishnamurti, leído extensamente por el público: La educación el significado de la vida, escrito bajo un gran roble en Ojai, California, y publicado en 1953 por Harper & Row, el editor que habría de continuar, por más de treinta años, publicando sus obras en Norteamérica. Su siguiente libro, La libertad primera y última, fue publicado en 1954 también por Harper & Row, con un largo prefacio de su amigo Aldous Huxley.
Los Comentarios sobre el vivir fueron manuscritos entre 1949 y 1955, sobre páginas sin márgenes, y carecen de correcciones o borraduras. Aldous Huxley había alentado a Krishnamurti a escribirlo, y el manuscrito, preparado por D. Rajagopal, se publicó en 1956. En esencia, es una crónica de las entrevistas de Krishnamurti con personas que venían para verlo y hablarle, y hay en estas páginas la sensación del encuentro de dos amigos que conversan y exploran sin vacilación ni temor. Los capítulos de esta obra se inician a menudo con una breve descripción del paisaje, del clima o de animales cercanos. Desde la simplicidad de este mundo natural se llega, con una fácil transición, al paisaje interno de confusión, ansiedad y creencias las preocupaciones generales y personales que la gente traía a sus encuentros con Krishnamurti-. Algunas entrevistas no fueron publicadas en aquellos primeros tres volúmenes de Comentarios sobre el vivir, y aparecen aquí por primera vez. En parte de estas entrevistas no publicadas con anterioridad, Krishnamurti usó la expresión «pensamiento sentimiento» para describir una respuesta unitaria.
El Arte de vivir (Live Ahead) y El propósito de la educación (Think on These Things) fueron preparados en 1963 y 1964 por la amiga de Krishnamurti Mary Lutyens, y publicadas por Harper & Row. Estos dos libros contienen un compendio de seleccionadas preguntas y respuestas provenientes de conversaciones con los jóvenes; fueron tan bien recibidos, que ha llegado a considerárselos como clásicos religiosos y literarios. A estos libros siguió una extensa obra que abarca más de cincuenta volúmenes.
Krishnamurti se consideraba personalmente poco importante e innecesario para el proceso de comprender la verdad, de vernos a nosotros mismos. En cierta ocasión, se atribuyó la condición de un teléfono, un mecanismo para ser usado por aquel que escuchaba. Dijo: Lo que dice quien les habla tiene poca importancia en sí mismo. Lo realmente importante es que la mente, sin esfuerzo alguno, esté tan atenta que se halle todo el tiempo en un estado de comprensión. Si no comprendemos y tan sólo escuchamos las palabras, nos llevaremos nada más que una serie de conceptos o ideas, estableciendo de un modo un patrón al cual trataremos entonces de ajustarnos en nuestras vidas cotidianas o en las así llamadas vidas espirituales.
Podría ser útil, a medida que uno avanza en la lectura, estar alerta sobre el modo como Krishnamurti consideraba la relación entre dos personas en busca de la verdad. En 1981 dijo: Somos como dos amigos que, en un bello día, estamos sentados en el parque conversando sobre la vida, hablando de nuestros problemas, investigando la naturaleza misma de nuestra existencia, y preguntándonos seriamente por qué la vida se ha vuelto un problema tan grande, por qué, aunque intelectualmente somos muy refinados, nuestra vida cotidiana es tan penosa, tan carente de sentido, excepto para la supervivencia la cual es más bien incierta-. ¿Por qué la vida, la existencia diaria, se ha convertido en una tortura semejante? Podemos acudir a la iglesia, seguir a algún líder político o religioso, pero la vida diaria es un desorden permanente; aunque haya ciertos períodos ocasionalmente gozosos, felices, nuestra vida se halla siempre rodeada por una nube de oscuridad. Y estos dos amigos, como lo somos ustedes y quien les habla, están discutiendo juntos de una manera cordial, quizá con afecto, con solicitud, con interés, si es de algún modo posible vivir nuestra vida cotidiana sin un solo problema.
ENERO
El escuchar
El aprender
La autoridad
El conocimiento propio
Escuchar con facilidad
¿Alguna vez se ha sentado usted muy silenciosamente, no con la atención fijada en algo, no haciendo un esfuerzo para concentrarse, sino con la mente muy quieta, realmente silenciosa? Entonces escucha todo, ¿no es así? Escucha tanto los ruidos lejanos como los que están más próximos, y también los sonidos inmediatos, muy cercanos a usted, lo cual significa que presta atención a todo. La mente no está restringida a un solo canal estrecho y pequeño. Si puede escuchar de este modo, con facilidad, sin esforzarse, hallará que dentro de usted se produce un cambio extraordinario, un cambio que adviene sin que ponga voluntad en ello, sin que lo pida; en ese cambio hay gran belleza y profundidad de discernimiento.
1 DE ENERO PDE
Dejar de lado las pantallas
¿Cómo escucha usted? Escucha con sus proyecciones, a través de lo que proyecta, a través de sus ambiciones, deseos, temores, ansiedades, escuchando únicamente lo que desea escuchar, lo que será satisfactorio, lo que habrá de gratificarlo, lo que le brindará consuelo, lo que aliviará momentáneamente su sufrimiento? Si escucha a través de la pantalla de sus deseos, entonces escucha su propia voz, es obvio; está escuchando sus propios deseos. Existe alguna otra forma de escuchar no sólo lo que está diciendo, sino todo: la gritería de las calles, el parloteo de las aves, el ruido del tranvía, el mar agitado, la voz de nuestro marido, de nuestra esposa, de nuestros amigos, el llanto de un bebé…? Escuchar es importante sólo cuando no estamos proyectando nuestros propios deseos por medio de aquello que escuchamos. Puede uno dejar de lado todas estas pantallas a través de las que escucha, y escuchar realmente?
2 DE ENERO OCK – Vol. VII
Más allá del ruido las palabras
El escuchar es un arte que no se obtiene fácilmente, pero en él hay belleza y gran comprensión. Escuchamos con distintas intensidades de nuestro ser, pero nuestro escuchar es siempre con una idea preconcebida o desde un punto de vista particular. No escuchamos simplemente; se interpone siempre la pantalla de nuestros propios pensamientos, de nuestras conclusiones, de nuestros prejuicios [...]. Para escuchar tiene que haber quietud interna, una atención relajada; hay que estar libre del esfuerzo de adquirir. Este estado alerta y, no obstante, pasivo, puede escuchar lo que está más allá de la conclusión verbal. Las palabras confunden; son sólo medios exteriores de comunicación; pero para comunicarnos más allá del ruido de las palabras, en el escuchar tiene que haber una pasividad alerta. Los que aman pueden escuchar; pero es extremadamente raro encontrar a alguien que escuche. Casi todos vamos tras de resultados, queremos alcanzar metas; estamos siempre venciendo y conquistando; en consecuencia, no escuchamos. Sólo cuando uno escucha, oye la canción profunda de las palabras.
3 DE ENERO CSV – Serte I
Escuchar sin el pensamiento
No sé si alguna vez ha escuchado a un pájaro. Escuchar algo requiere que su mente esté quieta; no con una quietud mística, sino simplemente quietud. Yo le estoy diciendo algo; para escucharme, usted tiene que estar quieto, no tener toda clase de ideas zumbando en su mente. Cuando mira una flor mírela, no la nombre, no la clasifique, no diga que pertenece a tal especie; cuando hace todo esto, deja de mirarla. Por eso digo que escuchar es una de las cosas más difíciles que hay: escuchar al comunista, al socialista, al diputado, al capitalista, a cualquiera, a su esposa, a sus hijos, a su vecino, al conductor del autobús, al pájaro… simplemente, escuchar. Sólo cuando escucha sin la idea, sin el pensamiento, está usted directamente en contacto; estando en contacto, sabrá si lo que él está diciendo es verdadero o falso; no tendrá que discutir al respecto.
4 DE ENERO OCK – Vol. XIV
El escuchar trae consigo libertad
Cuando hacemos un esfuerzo para escuchar, ¿estamos escuchando? Ese esfuerzo mismo, ¿no es una distracción que impide el escuchar? Cuando usted escucha algo que le causa deleite, ¿hace un esfuerzo? [...]. No podemos percibir la verdad, ni ver lo falso como falso, mientras nuestra mente está ocupada, de cualquier forma que sea, con el esfuerzo, la comparación, la justificación o la condena [...].
El escuchar es, en sí mismo, una acción completa; el puro acto de escuchar trae su propia libertad. Pero ¿estamos realmente interesados en escuchar, en transformar nuestra confusión interna? Si usted escuchara… en el sentido de estar alerta a sus conflictos y contradicciones, sin forzarlos dentro de ningún patrón particular de pensamiento, tal vez estos conflictos y estas contradicciones podrían cesar por completo. Vea, estamos constantemente tratando de ser esto o aquello, de lograr un estado especial, de capturar una clase de experiencia y de evitar otra, de modo tal que la mente está siempre ocupada con algo; jamás está quieta para escuchar el ruido de sus propias luchas y dificultades. Sea sencillo… y no trate de llegar a ser alguna cosa o de capturar alguna experiencia.
5 DE ENERO CSV – Serie II
Escuchar sin esfuerzo
Ahora me está usted escuchando; no hace un esfuerzo para prestar atención, sólo está escuchando; y si en lo que escucha hay verdad, hallará que dentro de usted ocurre un cambio notable, un cambio no premeditado ni ansiado; tiene lugar una transformación, una revolución completa en la que rige sólo la verdad y no las creaciones de su mente. Y, si me permite sugerirlo, usted debe escuchar de esa manera todo; no sólo lo que estoy diciendo, sino también lo que dicen otras personas, escuchar a los pájaros, el silbato de una locomotora, el ruido del autobús que pasa. Encontrará que cuanto más lo escucha todo, mayor es el silencio, y ese silencio no es roto, entonces, por el ruido. Sólo cuando ofrece resistencia a algo, cuando coloca una barrera entre usted mismo y aquello que no desea escuchar, sólo entonces existe una lucha.
6 DE ENERO ADV
Escúchese a sí mismo
INTERLOCUTOR: Mientras estoy aquí, escuchándolo, me parece que comprendo, pero cuando me encuentro lejos de aquí, no comprendo, aunque trate de aplicar lo que usted ha estado diciendo.
KRISHNAMURTI: … Usted tiene que escucharse a sí mismo y no al que le habla. Si escucha al que le habla, él se vuelve su líder, su método para comprender, lo cual es un horror, una abominación, ya que así ha establecido la jerarquía de la autoridad. Por lo tanto, lo que usted hace aquí es escucharse a sí mismo. Está mirando el cuadro que pinta el que le habla; ése es su propio cuadro, no el de él. Si eso está bien claro, que usted se está mirando a sí mismo, entonces puede que diga: «Bien, me veo tal como soy, y no quiero hacer nada al respecto», y ahí se termina la cosa. Pero si dice: «Me veo tal como soy, y tiene que haber un cambio», entonces comienza a elaborar su propia comprensión, lo cual es por completo diferente de aplicar lo que dice el que le habla [...]. Si, en cambio, mientras uno está hablando usted se escucha a sí mismo, gracias a ese escuchar hay claridad, hay sensibilidad; ese escuchar hace que la mente se sane, se fortalezca. Sin obedecer ni resistir, se torna despierta, intensa. Únicamente un ser humano así puede dar origen a una nueva generación, a un mundo nuevo.
7 DE ENERO OCK- VOI. XV
Mirar con intensidad
… Me parece a mí que el aprender es asombrosamente difícil, como lo es también el escuchar. Jamás escuchamos verdaderamente nada, porque nuestra mente no es libre; nuestros oídos están obturados con esas cosas que ya conocemos, de modo que el escuchar se vuelve extraordinariamente difícil. Creo o más bien es un hecho que si uno puede escuchar algo con la totalidad de su ser, con vigor, con vitalidad, ese acto mismo de escuchar es un factor que libera; pero, desafortunadamente, ustedes jamás escuchan, tal como jamás han aprendido al respecto. Después de todo, uno aprende únicamente cuando entrega todo su ser a algo. Cuando uno dedica todo su ser a las matemáticas, aprende; pero cuando se halla en un estado de contradicción, cuando no quiere aprender pero es obligado a aprender, entonces el aprender se vuelve un mero proceso de acumular. El aprender es como leer una novela con innumerables caracteres; ello requiere atención plena, no una atención contradictoria. Si usted desea aprender acerca de una hoja una hoja de la primavera o una hoja del verano-, debe mirarla realmente, observar su simetría, su textura, la cualidad de esa hoja viva. Hay belleza, vigor, vitalidad en una simple hoja. Así, para aprender acerca de la hoja, de la flor, de la nube, de la puesta del sol, o acerca de un ser humano, uno debe mirar con toda intensidad.
8 DE ENERO OCK – Vol. XI
Para aprender, la mente debe estar quieta
Para descubrir algo nuevo, usted debe empezar por su propia cuenta; debe iniciar un viaje estando completamente desnudo, en especial de conocimientos, porque es muy fácil tener experiencias merced a la creencia y al conocimiento; pero estas experiencias son tan sólo productos de nuestra propia proyección y, por lo tanto, son completamente irreales, falsas. Si usted ha de descubrir por sí mismo qué es lo nuevo, de nada sirve llevar la carga de lo viejo, especialmente el conocimiento el conocimiento de otro, por importante que sea el otro-. Uno usa el conocimiento como un medio de autoproyección, de seguridad, y quiere estar muy seguro de que tiene las mismas experiencias que el Buda o Cristo o X. Pero un hombre que está constantemente proyectándose a sí mismo por medio del conocimiento, no es, evidentemente, un buscador de la verdad [...].
No existe sendero para el descubrimiento de la verdad [...]. Cuando usted quiere descubrir algo nuevo, cuando está experimentando con cualquier cosa, su mente ha de hallarse muy quieta, ¿no es así? Si su mente está llena, atestada de hechos, de conocimientos, éstos actúan como un obstáculo para lo nuevo; la dificultad para la mayoría de nosotros es que la mente se ha vuelto tan importante, tan predominantemente significativa, que interfiere todo el tiempo con cualquier cosa que pueda ser nueva, que pueda existir simultáneamente con lo conocido. Este conocimiento y el aprendizaje son obstáculos para quienes quieren buscar, para quienes desean tratar de comprender aquello que es intemporal.
9 DE ENERO LPU
El aprender no es una experiencia
La palabra aprender tiene una gran significación. Hay dos clases de aprender. Para la mayoría de nosotros, el aprender significa acumulación de conocimientos, experiencias, tecnología, acumulación de destrezas, de un idioma. También está el aprender psicológico, el aprender gracias a la experiencia, o bien el aprender de las experiencias inmediatas de la vida, las cuales dejan cierto residuo; aprender de la tradición, de la raza, de la sociedad. Existen estas dos clases de aprender cómo encarar la vida: la psicológica y la fisiológica; la destreza externa y la destreza interna. En realidad, no existe una línea de demarcación entre ambas; se superponen. No estamos considerando por el momento la destreza que aprendemos mediante la práctica, el conocimiento tecnológico que adquirimos a través del estudio. Lo que nos interesa es el aprender psicológico que hemos adquirido en el curso de los siglos o que hemos heredado como tradición, conocimiento, experiencia. A esto lo llamamos aprender, pero yo cuestiono que eso sea, en modo alguno, aprender. No hablo acerca de aprender una destreza, un idioma, una técnica, sino que me pregunto si la mente aprende alguna vez en lo psicológico. Ha aprendido, y con lo que ha aprendido se enfrenta al reto de la vida. Está siempre traduciendo la vida o el reto nuevo, conforme a lo que ha aprendido. Eso es lo que hacemos. ¿Es eso aprender? El aprender, ¿no implica acaso algo nuevo, algo que no conozco y que estoy aprendiendo? Si tan sólo añado a lo que ya conozco, eso no es más aprender.
10 DE ENERO OCK – VOL. XVI
¿Cuándo es posible aprender?
La función de la mente es investigar y aprender. Por aprender no entiendo el mero cultivo de la memoria o la acumulación del conocimiento, sino la capacidad de pensar clara y sanamente, sin ilusión alguna, comenzar desde hechos y no desde creencias e ideales. No hay aprender posible si el pensamiento se origina en conclusiones previas. Adquirir meramente información o conocimiento no es aprender. Aprender implica amar la comprensión y hacer una cosa por amor a la cosa misma que uno hace. El aprender es posible sólo cuando no hay coerción de ninguna clase. Y la coerción adopta muchas formas, ¿no es así? Está la coerción ejercida por la influencia, por el apego o por la amenaza, por el estímulo persuasivo o por formas sutiles de recompensa.
La mayoría de las personas piensa que el aprender es alentado mediante la comparación, mientras que de hecho es lo contrario. La comparación genera frustraciones y tan sólo alienta la envidia; eso es llamado competencia. Como otras formas de persuasión, la comparación impide el aprender y engendra miedo.
11 DE ENERO ADV
El aprender jamás es acumulativo
Aprender es una cosa y adquirir conocimientos es otra. El aprender es un proceso constante, no un proceso aditivo, no un proceso mediante el cual uno acumula y, entonces, desde allí actúa. Casi todos nosotros reunimos conocimiento como memoria, como una idea, lo almacenamos como experiencia, y actuamos a partir de eso. Es decir, actuamos desde el conocimiento: conocimiento tecnológico, conocimiento como experiencia, conocimiento como tradición, conocimiento que uno ha derivado de las tendencias particulares de su idiosincrasia; con ese trasfondo, con esa acumulación de conocimiento, experiencia, tradición, actuamos. En ese proceso no hay aprender alguno. El aprender jamás es acumulativo; es un movimiento constante. No sé si alguna vez han investigado esta pregunta: ¿Qué es el aprender y qué es la adquisición de conocimiento? [...]. El aprender jamás es acumulativo. Ustedes no pueden almacenar el aprender y después actuar desde ese depósito. Aprenden sobre la marcha. Debido a eso, jamás hay un instante de regresión o deterioro o decadencia.
12 DE ENERO OCK- Vol. XIV
El aprender no tiene pasado
La sabiduría es algo que ha de ser descubierto por cada uno, y no es el resultado del conocimiento. El conocimiento y la sabiduría no marchan juntos. La sabiduría llega cuando hay madurez en la percepción de nosotros mismos. Si no nos conocemos a nosotros mismos, el orden no es posible y, por lo tanto, no hay virtud.
Ahora bien, aprender acerca de uno mismo, y acumular conocimientos acerca de uno mismo, son dos cosas diferentes [...]. Una mente que adquiere conocimientos jamás está aprendiendo. Lo que hace es acumular para sí misma información, experiencia como conocimiento, y desde ese trasfondo de lo que ha acumulado, experimenta, aprende; en consecuencia, jamás está aprendiendo realmente, sino siempre conociendo, adquiriendo.
El aprender existe siempre en el presente activo, no tiene pasado. Tan pronto uno se dice a sí mismo: «He aprendido», eso ya se ha vuelto conocimiento, y desde el trasfondo de ese conocimiento uno puede acumular, interpretar, pero no puede seguir aprendiendo. Sólo una mente que no adquiere sino que siempre se halla en estado de aprender, sólo una mente así puede comprender toda esta entidad que llamamos el «yo». Tengo que conocerme a mí mismo, la estructura, la naturaleza, la significación de la entidad total; pero no puedo hacerlo cargado con mi conocimiento previo, con mi experiencia anterior, con una mente condicionada, ya que entonces no estoy aprendiendo, sólo estoy interpretando, traduciendo, mirando con ojos que ya se hallan oscurecidos por el pasado.
13 DE ENERO OCK – Vol. XV
La autoridad impide el aprender
Por lo general, aprendemos mediante el estudio, los libros, la experiencia, o cuando nos educan. Son los medios habituales de aprender. Aprendemos de memoria lo que debemos hacer y no hacer, lo que debemos pensar y no pensar, cómo sentir, cómo reaccionar. A través de la experiencia, del estudio, del análisis de la investigación, del examen introspectivo, almacenamos conocimientos como memoria; y la memoria responde, entonces, a los futuros retos, a las futuras exigencias, desde lo cual aprendemos más y más [...]. Lo que hemos aprendido es confiado, como conocimiento, a la memoria, y ese conocimiento funciona cada vez que hay un reto o cada vez que debemos hacer algo.
Ahora bien, yo entiendo que hay una forma totalmente distinta de aprender, y voy a hablar un poco acerca de ello; pero para comprenderlo y para aprender de esta manera diferente, usted debe estar por completo libre de la autoridad; de lo contrario, será meramente adoctrinado y repetirá lo que ha oído. Por eso es muy importante comprender la naturaleza de la autoridad. La autoridad impide el aprender el aprender que no es la acumulación de conocimientos como memoria-. La memoria responde siempre en patrones, no hay libertad. Un hombre cargado de conocimientos, de enseñanzas, agobiado por las cosas que ha aprendido, jamás es libre. Puede ser extraordinariamente erudito, pero su acumulación de conocimientos le impide ser libre; por lo tanto, es incapaz de aprender.